¡Felices Pascuas de Resurrección! ¡Sí, felices pascuas de Resurrección! Que nada te robe la alegría de esta fecha. La muerte ha sido vencida y Nuestro Señor ha resucitado. Ciertamente el mundo está envuelto en una situación de llanto, desesperación, preocupación y tristeza; pero, la gran noticia de este día debe alentarnos a la auténtica felicidad. Nuestra esperanza se anima, nuestra fe se ensancha. Ninguna prueba, ningún reto, ninguna situación puede más que el poder de Dios.
En este contexto difícil, oscuro y desesperante debemos abandonarnos más ante el Señor y esperar en él. Jesús nos mostró el camino para recorrer este misterio: escuchar, obedecer y esperar. Esas son las claves de la vida de Jesús y son las claves de nuestra propia vida. Si queremos realmente vivir para siempre, debemos saber esperar en el Señor. El coronavirus es una prueba más, de las muchas que a lo largo de nuestra vida debemos atravesar hasta el día que nos encontremos con Él cara a cara.
Las lecturas de este domingo tienen como centro la experiencia, la vivencia y el anuncio del Resucitado.
1. Anunciar a Cristo Resucitado
La primera lectura tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles está enmarcada en el contexto de un discurso que San Pedro pronuncia ante la familia de Cornelio. Los estudiosos de la Biblia lo conocen como el Pentecostés pagano, tal como el Pentecostés judío narrado en Hch 2. Es el mismo Espíritu que guía a la Iglesia – el gran protagonista del libro del Hechos – el que empuja a San Pedro a anunciar la muerte y la Resurrección del Señor, ya no a judíos creyentes en Dios, sino a paganos. Con este anuncio se abre la acción misionera de los creyentes en Cristo al mundo.
Tenemos que fijarnos cómo el acontecimiento pascual de Cristo: su pasión, muerte y resurrección; se ha vuelto el “gran anuncio”, la “gran noticia”. Hoy en un contexto de tantas noticias tristes, sobre todo ocasionadas por guerras, disturbios y enfermedades; el Espíritu nos recuerda que la “gran noticia” es que Cristo ha resucitado. No hay problema o dificultad a la que el ser humano deba temer: incluso la muerte ha sido vencida. Y aunque parezca que hay un silencio de parte de Dios, debemos esperar – con la esperanza de la fe – la Resurrección gloriosa de los creyentes en Cristo.
¿Qué es lo que debemos hacer los cristianos ante el coronavirus? Como todas las situaciones de la historia, debemos esperar en Cristo Resucitado. Esta situación no es distinta a la de muchas otras de la historia. Situaciones difíciles, problemáticas, oscuras y terribles. Pero este virus y enfermedad es quizás la oportunidad de nuestra propia historia para en serio confiar en Dios. ¿Vamos a dejar que el coronavirus nos quite además de la libertad de vernos, abrazarnos, reunirnos, trabajar, compartir; también la libertad de creer? ¡No! Ni la muerte puede con Cristo, tampoco un virus podrá con él.
Hoy no solo debemos creer en Cristo, sino también como Pedro debemos anunciar que ha resucitado y con esto llevar consuelo y alegría a los demás.
2. Vivamos la fe en Cristo Resucitado
La segunda lectura es un llamado claro a vivir esta fe en Cristo Resucitado. Por el bautismo – realmente – todos los cristianos hemos sido incorporados en el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor. No somos solo espectadores de la Resurrección, sino verdaderos herederos de este gran don de Dios Padre en Jesucristo por la acción operante del Espíritu Santo en nuestra vida.
¿Pero qué significa esto? Pues que debemos creer verdaderamente que la fe en el Resucitado no es simplemente una creencia en que hace 2,000 años resucitó un hombre. ¡Asombroso hecho! ¡Sí claro! No se tiene testimonio de que alguien haya resucitado, solo Cristo. Pero no es eso lo que vivimos los cristianos. Nosotros realmente hemos resucitado con Cristo y esto debemos no solo anunciarlo, sino vivirlo. La experiencia del Resucitado, debe ser mi experiencia de resurrección. Pero mientras no venga Jesús, esa resurrección debe manifestarse en una vida nueva: lejos del pecado. Si yo hoy celebro la Pascua de mi Señor, él debe ser realmente el centro de mi vida, y no el odio, rencor, la desesperanza y el temor. ¡No tengamos miedo! El pecado y la muerte han sido vencidos.
3. La resurrección: un nuevo comienzo
El evangelio es un texto hermoso. Guarda muchos detalles que no pretendo abarcar aquí. Solo remarco uno: el comienzo. Dice el texto que el primer día de la semana sucedió el asombroso hecho de la resurrección. Cuando aún estaba oscuro: al amanecer; también expresa el texto. Estos detalles no son casualidad. El autor nos quiere enmarcar en un contexto más que temporal, teológico: la Resurrección se da como una nueva creación, después de la noche, justo al amanecer. Después de la tribulación, de la batalla, del problema viene la luz de la mañana en el que hay un nuevo comienzo, donde Dios actúa.
Hoy me puedo preguntar por qué el coronavirus, por qué he perdido mi trabajo, por qué he perdido mi salud o a mi ser querido. Pero ¿y si cambiamos esa pregunta con un para qué? La respuesta del Evangelio es sencilla: para un nuevo comienzo. Dios sabe sacar de lo malo, cosas buenas. Solo pensemos en todo lo bueno de esta situación, pero también lo bueno que ha hecho en mí o en mi familia esta pandemia. ¿Qué nuevo comienzo me está pidiendo el Señor para mi vida, o para la de mi familia? ¿Qué experiencia del Resucitado debo mostrar hoy?
Para concluir propongo que se realice una pequeña acción de anuncio de la Resurrección: podemos llamar, escribir o chatear a un ser querido o a alguien con quien no tenga mucho contacto, pero sé que necesita una palabra de aliento, el anuncio de una buena noticia. Dile: “¡No tengas miedo! Cristo ha resucitado”. Como san Pedro y María Magdalena, anunciémosle que Cristo ha resucitado, que verdaderamente lo ha hecho en nuestra vida.
¡Felices Pascuas de Resurrección! Cree y tendrás vida eterna.
Hch 10, 34a. 37-43
Col 3, 1-4
Jn 20,1-9
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