Damos gracias a Dios por permitirnos el don de la vida y celebrar la pascua del Señor. La liturgia de este domingo nos permite reflexionar sobre temas como la hospitalidad y el sacramento del bautismo, pero quiero ayudarte a reflexionar sobre las exigencias del seguimiento a Jesús, desarrollando ciertos aspectos a la luz de la primera lectura y el evangelio.
ACOMODADOS A NUESTRA CONDICIÓN
En la primera lectura vemos al final del pasaje a una mujer sin hijos que, recibe al profeta Elíseo y cuando éste le anuncia que tendrá un hijo, ella prefiere no hacerse ilusiones vanas. Era lógico que pensara así, su marido era viejo. Pero hay que entender hermanos que, por mucho, Dios supera nuestra lógica, los pensamientos de Dios muchas veces no son los nuestros.
Cuántas veces estamos cómodos con lo que ya hemos logrado y egoístamente pensamos, ya estoy en lo que estoy, que busquen los demás algo que hacer, sin intentar hacer algo por mejorar la sociedad. Un sacerdote que conocí de niño, repetía constantemente esta frase: «cada vez, mejor. Cada vez, mejor».
Les adelanto como acabó la historia: la mujer concibió un hijo, el hijo falleció y aquí algo que resalto, hay un cambio de actitud, no se quedó lamentando su pérdida, preparó un rápido viaje al Carmelo para ver al hombre de Dios. Todas las acciones parecen reflejar su profunda confianza en que la situación no es irreversible, aunque al llegar al profeta le reclama, esto permitió la resurrección de su hijo. ¿Piensas que tu problema no tiene solución? Por lo menos, intenta algo.
¿QUÉ NOS HACE FALTA HACER PARA SEGUIRLO?
Se plantea la alternativa de tener que elegir entre Jesús y la propia familia. Se trata de una alternativa muy dolorosa y arriesgada, pues entonces la familia era el grupo social que daba sentido a la vida de los individuos, y por tanto la ruptura con ella suponía un desarraigo social casi completo.
Romper con la familia en Mateo tiene una motivación más cristológica, manifestada en el triple estribillo: no es digno de mí. ¿es tu familia un obstáculo para seguir a Jesús? Si es así, no armes la tercera guerra mundial en tu hogar, pero ve buscando ayuda espiritual y profesional, es preciso convencerse de que la vocación primera del cristiano es seguir a Jesús.
Tomar nuestra propia cruz, dejar nuestras seguridades que pueden ser el apego a cosas materiales, situaciones o personas, asumir nuestras responsabilidades y unir los sacrificios de cada día en el seguimiento de Jesús, a su sacrificio redentor. Los discípulos no estamos exentos de correr la misma suerte que nuestro maestro, que lleva incluso a participar en su entrega pascual.
Entregar nuestra vida por el bien común, la tercera exhortación propone un cambio en la escala de valores de los discípulos. Buscar la vida era el ideal de los sabios del Antiguo Testamento, pero Jesús invita a cambiar esta sabiduría por otra más profunda, que consiste en imitar su entrega y alcanzar así una vida en plenitud.
TODOS SOMOS ENVIADOS A LA MISIÓN
Las palabras que cierran el discurso de misión aplican a todos los miembros de la comunidad cristiana. Los enviados no son sólo los doce apóstoles, sino también los profetas, los justos y los pequeños que componen la iglesia según el evangelista Mateo.
La tarea de anunciar el evangelio pertenece a todos los miembros de nuestra iglesia, no justifiquemos la falta de evangelización diciendo que los dirigentes de la comunidad no lo hacen. Que el Espíritu de Dios nos anime a seguir manifestando el evangelio por todas partes, aun en tiempos difíciles y merecer la recompensa que nos tiene preparada.
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