Un saludo cordial a todos. Bienvenidos a la celebración del misterio pascual de nuestro Señor Jesucristo, en este domingo XVII del tiempo ordinario. Continuamos viviendo nuestro encuentro con la persona de Jesús, y hoy podemos reflexionar a la luz de la Escritura, cómo nuestras decisiones, nos hacen responsables de los actos que cometemos y estos producen consecuencias que pueden ser positivas o negativas.
PEDIR A DIOS UN CORAZÓN ATENTO
En la primera lectura encontramos la figura del rey Salomón, hijo del rey David y de quien fue sucesor. Es importante destacar que la narración lo presenta, cuando era joven, al principio de su reinado. Nos explica el versículo 4 del pasaje, que no fue leído, que este joven rey ofreció mil holocaustos a Dios al iniciar su reinado. Luego Dios se le aparece en visión nocturna y le dice que concederá todo aquello que él pida en oración.
Pensemos hermanos ¿Qué le pediríamos nosotros a Dios, si Él nos hiciese esta propuesta? Creo que el texto nos deja al descubierto: lo primero que pediríamos a Dios posiblemente, más en estos tiempos sería: larga vida, riquezas y venganza. Y aquí se ve la grandeza de alma de Salomón: «Concede, pues, a tu siervo un corazón atento para juzgar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal» (1 R 3, 9). Y el Señor lo escuchó, de modo que Salomón llegó a ser célebre en todo el mundo por su sabiduría y sus rectos juicios.
Se imaginan, cómo sería la sociedad si quienes dirigen los destinos de los pueblos, se preocuparan por estar atentos a las necesidades de los más pobres y necesitados, atentos al personal sanitario, por ejemplo, que tanto desgaste acumula hoy en día, por el cuidado de la salud humana. Tantas familias que siguen unidas, porque están atentas a las necesidades de su cónyuge, escuchan las preocupaciones de los hijos y dialogan como familia, sembrando los valores y principios que solo la familia tradicional puede cultivar.
ESCOGER SEGÚN LA CONCIENCIA, EN ACUERDO CON LA VOLUNTAD DE DIOS
El corazón atento en el lenguaje bíblico, significa el centro de la persona, donde residen sus intenciones y juicios; podemos llamar a esto: la conciencia. El corazón atento, es una conciencia que sabe escuchar, que es sensible a la voz de la verdad y, por eso, es capaz de discernir el bien del mal. Cada uno de nosotros debemos saber gobernarnos, para tener la capacidad de actuar con dignidad. Cristo nos ha dicho que Él es nuestra Verdad, por tanto, escuchemos su voz para servir al Reino de Dios.
«La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella». (GS 16).
Nuestras decisiones pueden estar de acuerdo con la razón y con la ley divina, o, todo lo contrario. Ante las situaciones difíciles debemos buscar siempre lo que es justo y bueno, tratando de discernir la voluntad de Dios expresada en su ley divina.
LA SEPARACIÓN DEL BIEN Y DEL MAL
El discurso de las parábolas de Jesús, que reúne siete parábolas en el capítulo 13 del Evangelio de Mateo, se concluye con las tres similares de hoy: el tesoro escondido (v. 44), la perla preciosa (v. 45-46) y la red de pesca (v. 47-48). Me detengo en esta última. Nuestros malos actos se traducen como pecados. Frente a Cristo que es la Verdad, quedará revelada la relación de cada hombre con Dios y sus hermanos cuando fallecemos.
El juicio personal también como el final, revelarán lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena; quienes hayan persistido en el mal resucitarán para la condenación eterna, los que persistan haciendo el bien a la vida eterna. Tenemos que ser conscientes que Dios no predestina a nadie al infierno, se condena quien libremente rechaza su misericordia, por eso como iglesia imploramos su perdón y tratamos de vivir acorde a su voluntad.
Que el Señor nos ayude a estar atentos a las necesidades de nuestros hermanos para ayudarles. Que la Virgen Santísima nos ayude también a nosotros a formarnos, con la gracia de Dios, una conciencia siempre abierta a la verdad y sensible a la justicia, para ayudar, que muchos hermanos nuestros encuentren la perla preciosa, que es la persona de Cristo.
Bendecida Semana.
1 R 3, 5. 7-12
Rm 8, 28-30
Mt 13, 44-52
Excelente reflexión. Dios lo bendiga Paúl.
Gracias Padre, igual.