Bienvenidos hermanos a la celebración del misterio Pascual. La liturgia de la Palabra, nos invita a reconocer que el plan salvífico de Dios, es para todos los hombres, sin distinción alguna. Es tarea de todo bautizado seguir propagando el evangelio por todas partes, esto es importante hacerlo primero con el testimonio.
Y si tenemos la oportunidad de dar razones de lo que creemos, a quien está dispuestos a escucharnos, usar las palabras coherentes y sencillas, rogando al Divino Espíritu que, siempre ponga las palabras adecuadas.
NUEVOS HORIZONTES DE LA FE
La primera lectura se halla en el contexto del pos-exilio del pueblo de Israel, presenta al profeta Isaías con un mensaje inclusivo, abre el acceso al templo incluso a dos categorías de personas que estaban rigurosamente excluidas de él, el extranjero y el eunuco, con tal que «se entreguen al Señor para venerarlo, amar su nombre y ser sus siervos». (v. 6).
Aunque lamentablemente, los dirigentes de la religión de Israel fueron tomando posturas extremistas y cerradas, a lo largo de su caminar, más los contemporáneos de Jesús. Muchos capítulos de esta tercera parte del libro de Isaías, están abiertos a la búsqueda de nuevos horizontes de la fe, de luz y esperanza para quienes sufren.
Tal es el caso del capítulo sesenta y uno, que el mismo Jesús citará en la sinagoga de Nazaret: «El espíritu del Señor Dios está en mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado a llevar la buena nueva a los pobres, a curar los corazones oprimidos, a anunciar la libertad a los cautivos, la liberación a los presos; a proclamar un año de gracia del Señor». (v. 1-2).
DISPUTAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA
Recordemos que los destinatarios del evangelio de San Mateo es una comunidad de origen judío, que al principio eran la mayor parte, pero muy pronto los paganos fueron el grupo más numeroso. Este texto, la curación de una hija cananea, sirvió para aclarar muy probablemente un problema de la comunidad cristiana, la entrada de los no judíos a la Iglesia. Gracias a San Pablo sabemos que el don de la salvación está destinado a los pueblos no judíos también.
JESÚS POR LA ESCUCHA, TAMBIÉN AMPLÍA LOS HORIZONTES DEL PLAN SALVÍFICO
El texto nos sitúa en la región de Tiro y Sidón, la mención de estas ciudades fenicias presenta el ministerio de Jesús superando en ocasiones los límites del pueblo de Israel. En Tiro se practicaba una religión pagana, los pueblos que no participaban de la alianza eran considerados malditos, le llamaban perros.
Era una mujer cananea, es decir pagana, por lo tanto, excluida de la salvación. Aquí viene un detalle que resaltar, Jesús se abrió a un horizonte nuevo al escuchar la súplica de esta mujer; situémonos en el lugar de la Madre primero, una mujer desgarrada por el sufrimiento que le provoca ver a su hija endemoniada, dialoga con Jesús desde lo más hondo de su ser.
Las palabras de Jesús nos dan a entender que su misión es ocuparse de los judíos, antes que los gentiles. Pero, pensemos en lo que sintió Jesús en ese momento; Las palabras de esa madre, hicieron eco en su ser, y aquel que no soportaba ver como su religión, condenaba a los leprosos y pecadores, se da cuenta, que al otro lado también hay dolor. Esas palabras entraron en sintonía con la persona de Jesús.
Al darse cuenta de los problemas sociales en otras regiones, Jesús se abre a todas las naciones de la tierra con amor, amplía el horizonte de la salvación que Dios preparó para su pueblo. El pan que da Dios a sus hijos, por medio de Jesús, será para todos, este es el pan del amor, del perdón, el pan de la dignidad a todos. Dios no da migajas, No nos contentemos con migajas.
ESCUCHAR PARA AYUDAR
Jesús es tan humano que, en su momento participa de las concepciones con su pueblo; pero pueden más las lecciones de una madre que sufre, que sus pensamientos. Jesús primero escuchaba, nos enseña a dejarnos enseñar y a su vez, nos dice que la Buena Nueva está por encima de los sectarismos tradicionales. La vida es más importante que las ideas, hay que ser compasivos, abiertos, acoger el pensamiento de otros y ayudarles.
No seamos esclavos de las ideologías, de los estereotipos, estemos dispuestos a escuchar, escuchar el dolor, cambiar de opinión y actuar de forma diferente. Ante tanto dolor de familias destruidas por el pecado, el hambre, la pobreza, el desempleo y la enfermedad, hagamos silencio; escuchemos los gritos de auxilio que hay en nuestra comunidad. Recordemos que nuestras decisiones, deben estar orientadas al bien común y ayudar a los más necesitados.
Bendecida Semana.
Is 56,1.6-7
Rm 11,13-15.29-32
Mt 15,21-28
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