Bienvenidos a este banquete de la Palabra y el Cuerpo del Señor. Venimos a ser alimentados, para seguir dando testimonio de verdad y amor, ante una sociedad, muchas veces intolerante. Una sociedad en la que cae mal el profeta, el que denuncia. Hoy muchas ideologías, consideran al que corrige, como alguien que no es feliz consigo mismo, y no deja ser feliz a los demás, que odia a quién actúa diferente.
Pero la Iglesia no puede renunciar a su misión, de ser una comunidad profética, comunidad sacramental y comunidad de amor. Estas características están presentes en la Iglesia que Cristo encargó a sus Apóstoles. De lo contrario, dejaríamos de ser signo real y vivo de Cristo en la tierra.
IGLESIA COMUNIDAD PROFÉTICA
El libro del profeta Zacarías de los capítulos 33-39, se encuadran en el período del asedio a Jerusalén, por parte del rey Nabucodonosor y en el inmediatamente posterior, alrededor del año 598; el profeta consuela a su pueblo, promete la llegada de un verdadero pastor (c. 34). Teniendo muy presente las batallas entre los pueblos, quiere dar una enseñanza para todos.
Compara al profeta con un centinela, encargado de custodiar la ciudad desde un punto alto, en el que logra ver, si un ejército enemigo va a atacar. Este usaba una trompeta, perceptible en toda la ciudad y así anunciar el inminente ataque. Los ciudadanos podían hacer caso a al sonido de alerta o ignorarlo; esto determinaría el grado de responsabilidad por parte del Centinela.
Así pasa con el profeta, si no anuncia al malvado que deje su conducta, ciertamente morirá y será su culpa, pero el profeta también es responsable por la muerte de ese hombre, por no alertar; al contrario, si el profeta alerta del error que comete la persona, aunque el otro no deje el mal camino, al morir, el profeta estará libre de la responsabilidad, porque cumplió con su deber.
La Iglesia no puede abandonar esta misión, ella debe denunciar todas aquellas injusticias contra los hombres. Les recuerdo que Iglesia no solo son los clérigos, todo bautizado es miembro del cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia. Es tarea de todo bautizado alertar por cualquier medio, el peligro que acecha al mundo.
«¡Conviértanse que el Señor los ama, los está esperando! Jamás el odio, jamás el resentimiento en la denuncia del profeta. El pueblo profético de Dios, no puede odiar, tiene que amar. El pueblo profético, como dice el evangelio de hoy, busca al que se equivoca para ganarlo para Dios» (San Óscar Arnulfo Romero, homilía, 10/09/78)
IGLESIA COMUNIDAD SACRAMENTAL
«Pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18, 20) Donde hay una comunidad que reflexiona la Palabra del Señor, Ahí está Él en medio. Quienes tenemos la oportunidad de reunirnos en el templo, somos el signo sacramental de la presencia de Cristo.
Él está dándonos testimonio, de que no sólo la hostia consagrada, sino todos ustedes y yo formando una comunidad; y allá donde un grupo de cristianos, en torno a un medio visual o auditivo, están meditando esta palabra, como Palabra de Dios, allí está Cristo, aquí está Cristo.
Por esto decimos que la Iglesia es sacramental. Un sacramento es una señal visible, de una realidad invisible. Es visible los gestos que realizamos, como una reverencia de cariño entre nosotros, ver los rostros de las personas, incluso sin conocerlas; pero lo invisible es el rostro que reconocemos más allá, el rostro de Cristo nuestro Señor.
IGLESIA COMUNIDAD DE AMOR
Por eso no renunciaremos a seguir evangelizando, invitando a cada persona a descubrir en sí mismo, la presencia del Espíritu Santo. Invitando a cada hombre a reconocer en el rostro del semejante, el mismo rostro de Cristo. Haciendo el llamado a la sociedad a no seguir lastimando a los pobres e indefensos.
El que ama, sabe corregir en su debido momento. Cuanto bien haríamos si practicáramos la corrección fraterna. Evitaríamos tanto escándalo en nuestra Iglesia. Así como Dios invita a vivir a cada hombre en su amor, nuestra comunidad debe ofrecer ese amor de Dios a todos. Pero, hay quienes libremente rechazan el amor de Dios, manifestado en la acogida que quiere darle la comunidad.
Hoy podemos estar sufriendo maltrato por parte de un miembro de la comunidad, y le pedimos al Señor que nos de la fuerza para corregir a ese hermano. O podemos ser nosotros quién esté dividiendo a la comunidad, por soberbia, libertinaje o imprudencia. Le pedimos al Señor que nos alimente y nos haga dóciles a su Espíritu para corregir lo que está mal.
Para finalizar, les invito a que pensemos también, cuánto amor han manifestado los miembros de la iglesia durante esta crisis de salud. Compartiendo lo poco que tienen para los pobres. Agradecemos a Dios por la vocación de tantos hombres en la sociedad civil, que les ha tocado redoblar esfuerzos, sin pensar en sus intereses particulares y salvar vidas.
Feliz Domingo.
Ez 33, 7-9
Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9
Rm 13, 8-10
Mt 18, 15-20
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