XXXII Domingo del Tiempo Ordinario – A

Primera lectura

Del Libro de la Sabiduría 6, 12-16

Radiante e incorruptible es la sabiduría;
con facilidad la contemplan quienes la aman
y ella se deja encontrar por quienes la buscan
y se anticipa a darse a conocer a los que la desean.

El que madruga por ella no se fatigará,
porque la hallará sentada a su puerta.
Darle la primacía en los pensamientos
es prudencia consumada;
quien por ella se desvela
pronto se verá libre de preocupaciones.

A los que son dignos de ella,
ella misma sale a buscarlos por los caminos;
se les aparece benévola
y colabora con ellos en todos sus proyectos.


Segunda lectura

De la Primera Carta de Pablo a los Tesalonicenses 4, 13-14

Hermanos: No queremos que ignoren lo que pasa con los difuntos, para que no vivan tristes, como los que no tienen esperanza. Pues, si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que, a los que mueren en Jesús, Dios los llevará con él.


Evangelio

Evangelio según Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.

Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.

Estén pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora’’.

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