Nos encontramos en este domingo, segundo del Tiempo Ordinario. La liturgia de la Palabra nos invita a reconocer la voz de Dios, que a diario nos está llamando a buscar su voluntad, porque Él sabe lo que nos conviene como nuestro Padre Bueno. La Iglesia universal no invita a orar durante esta semana, por la unidad de los cristianos. Recordemos que ecumenismo no es convertir a todos a la fe, sino entablar un diálogo religioso y respetuoso con los cristianos.
No podemos permanecer insensibles ante el escándalo, que damos muchos cristianos. Porque la división es fruto del pecado y se podrá remediar, solo cuando haya plena conformidad de parte de todos, con el plan de salvación que nos ha propuesto Cristo Jesús. Cuando unidos luchemos a favor de la vida, los débiles y pobres, y busquemos seguir cimentando, el Reino de Cristo aquí en la tierra.
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DIOS HABLA A SU PUEBLO
Dios se manifestaba de forma directa a sus profetas, a sus elegidos. la vocación de Samuel significaba nada menos que el nacimiento del movimiento profético. «Servía el niño Samuel a Yahvé a las órdenes de Elí; en aquel tiempo era rara la palabra de Yahvé, y no eran corrientes las visiones». (1 Sm 3,1), Dios abre el diálogo con Samuel y nace el profetismo, una nueva forma de la presencia y la experiencia divina a través de su palabra (Cfr. 1 Sm 3,19-21).
Los comienzos no fueron fáciles para Samuel, puesto que se le pidió denunciar el pecado de omisión del anciano Elí (Cfr. 1 Sm 3,11-14), Samuel no se atrevía a comunicar a Eli un mensaje tan terrible, pero luego, apremiado por la noble insistencia del anciano, le dijo toda la verdad. Como a Samuel, Dios pide a su iglesia que siempre comunique, a la luz del Espíritu Santo la verdad, aunque no caiga bien, aunque cueste persecución, difamaciones y ya en muchas ocasiones, sus verdaderos hijos, han recibido el martirio por defender la verdad y su fe en Dios.
Llegado el momento de gracia, envió Dios a su hijo nacido de la Virgen María, y en Él, Dios ya nos ha revelado su plan salvífico. Jesús ha encomendado a la Iglesia, enseñarnos a interpretar de forma correcta el Evangelio, y conocer por medio de la Tradición y el Magisterio la Palabra de Dios, que no solamente es lo contenido en la Biblia. Ella obviamente trasmite lo necesario que debemos conocer para que podamos salvarnos. Pero la Palabra de Dios no puede ser encerrada o contenida toda en un libro, porque es una persona, Jesucristo Dios y hombre verdadero. Y es este encuentro lo que realmente asegura la salvación.
Dios ha quedado como mudo y no tiene más que hablar, porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en el todo, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad. (San Juan de la Cruz. Subida del Monte Carmelo, II, 22, 3-5).
CRISTO, FUENTE DE LA VOCACIÓN CRISTIANA
Juan el bautista que conocía a Jesús, indicó a sus discípulos que Él, era el verdadero Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Los discípulos al tener una experiencia de encuentro con Jesús, no se la quedaron para sí mismos, y fueron a buscar a sus familiares y amigos, para invitarles a vivir la maravillosa experiencia. Hoy somos tú y yo, invitados a traer más personas, hacia Cristo. Independientemente, de la vocación a la que hemos sido llamados, todos los fieles estamos comprometidos a seguir edificando Reino de Dios, instaurado por Cristo.
Las mismas diferencias que el Señor quiso poner entre los miembros de su Cuerpo sirven a su unidad y a su misión. Porque “hay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero unidad de misión. A los apóstoles y sus sucesores les confirió Cristo la función de enseñar, santificar y gobernar en su propio nombre y autoridad. Pero también los laicos, partícipes de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cumplen en la Iglesia y en el mundo la parte que les corresponde en la misión de todo el Pueblo de Dios. (CEC 873).
¿QUÉ BUSCAN?
Algo que puede ser común en nuestra búsqueda como personas, es la verdad, lamentablemente, a veces preferimos las medias verdades; son las que no me ofenden, las que no impliquen relación con el que piensa diferente. Otras son las verdades a mi manera: aquella que cumplen con mis requisitos, las que se acomodan a mi personalidad, todo aquello que es diferente a mi manera de pensar, no va conmigo y por lo tanto no lo considero verdad.
Dios es la Verdad absoluta, los principios y valores que promueve el cristianismo, no son simples ocurrencias de la Iglesia, se desprenden del Evangelio que nuestro Señor nos ha dejado. Pero no se comienza a ser cristiano solo por cumplir ciertas normas o preceptos, se comienza a ser cristiano, por el encuentro con la persona de Cristo, como explicaba el Papa Benedicto XVI.
Buscamos justicia, pero no denunciamos el mal, o buscamos la venganza cuando alguien nos hace daño; Buscamos bienestar económico y social, en medio de fraudes y hasta cometiendo delitos. Buscamos prestigio y fama aparentando lo que no somos ante los demás. Incluso dejándonos llevar por el placer desordenado para obtener el bienestar personal.
Buscamos el sentido de la vida en cosas efímeras. Quien no vive para servir, no sirve para vivir, esta frase atribuida a san Francisco de Asís, nos deja una gran enseñanza para descubrir, uno de los sentidos, por el que estamos aquí. No hemos venido al mundo para aprovecharnos de los demás y ser tenidos como pequeños dioses. Debemos ser servidores de los demás.
Al experimentar el encuentro verdadero, con la persona de Jesús, encontraremos la Verdad, Justicia y el bienestar en todo lo que anteriormente se expresaba. En Jesús encontraremos el sentido de la vida. Obviamente que los sufrimientos y persecuciones a causa del Evangelio no se acabarán, pero con Cristo, todo esto toma una perspectiva distinta, confiamos en que Jesús vive a nuestro lado y será ese amigo que nunca nos defraudará.
Feliz semana en Cristo.
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