En el desierto siendo tentados – I Domingo de Cuaresma (B)

Desierto Jesús

Juan Carlos Rivera Zelaya

febrero 20, 2021

Queridos hermanos:

Volvemos otro año más a iniciar la cuaresma, un camino que nos permite volver nuestra mirada sobre cómo estamos construyendo nuestras relaciones: con Dios, con el prójimo e incluso con nosotros mismos. Es un camino de cuarenta días que nos lleva al desierto de la soledad para poder introducirnos en el misterio de nuestra existencia, para repensar y replantearnos qué es lo que queremos para nuestra vida y hacia dónde la estamos llevando.


Si quieres leer las lecturas que inspiraron esta reflexión

Lecturas


Las preguntas

La cuaresma es un tiempo importante para plantearnos las preguntas que no nos hacemos durante el resto del año: ¿por qué somos cristianos? Qué significa para mí seguir a Cristo, tener una relación de hijo con Dios Padre y ser lleno del Espíritu Santo. Como implica un camino en el que respondo un por qué, es a su vez, un camino del para qué: ¿para qué Dios me tiene en este mundo? ¿Cuál es el objetivo de mi vida? Estas preguntas deben ser respondidas por todo cristiano que quiera vivir bien su fe, y por eso, el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia, conduce a los hombres a plantearse en el e desierto de la cuaresma (en este camino de 40 días), estas preguntas.

En las Sagradas Escrituras, el lugar de la duda, las crisis, la prueba, la pregunta y la tentación es el desierto. El Evangelio de san Marcos que la liturgia nos ofrece en este domingo nos permite, lejos de los otros giros teológicos que hacen los evangelistas Lucas y Mateo –y que son leídos otros años–, ahondar en el misterio personal de la tentación, no como ofertas específicas de placer, poder y tener; sino como camino de pregunta y descubrimiento de la voluntad de Dios. La cuaresma y el desierto que implica es el lugar donde vemos planteada las dos propuestas: el camino del bien y el camino de alejarse del bien (el mal).

Obra del Espíritu y la libertad

Insisto que este camino en el desierto tiene que ser recorrido por todo aquel que se diga cristiano: no podemos vivir una vida en la que no nos preguntemos, cuestionemos, nos sintamos acomodados en nuestra fe. La fe en Dios no es «una segura creencia incuestionable», sino una búsqueda constante que me interpela y me hace salir de mis esquemas mentales para encontrar a quien es la Verdad y la verdad de mi vida. La fe en el Dios que nos ha revelado Jesucristo no es un punto de llegada, sino siempre un camino. Por eso, dudar, plantearse las cosas, sentirse cuestionado, ser tentados no es un pecado. Y esto, hermanos, es una moción del Espíritu: el Espíritu fue el que llevó a Jesús al desierto y él mismo es el que nos lleva a nosotros, si nosotros queremos.

Pero Dios no nos deja solos en este camino, envía a sus ángeles para que nos sirvan. También el camino de alejarse del bien (el mal) con sus diferentes manifestaciones: el pecado, el odio, la negación de la realidad, Satanás; siempre estarán actuando y queriendo arrastrarnos al error, a la mentira, a alejarnos de la realidad y querer esconderla, ofreciendo falsas seguridades y felicidades. El Espíritu nos plantea el desierto, porque nuestra respuesta ante la propuesta de Dios debe ser siempre libre. Dios nos quiere conquistar con la propuesta de la Verdad, pero de nuestra elección siempre dependerá qué camino debemos tomar.

Un para qué

Después de haber sido tentado en el desierto, de haberse planteado estas preguntas, de haber sido cuestionado por qué estaba en el mundo y para qué Dios lo quería en este mundo; dice el texto que se puso a predicar, a proclamar que el Evangelio de Dios estaba cerca. Esto es precisamente el objetivo de la cuaresma: ser tentados (es decir, discernir quién soy y para qué estoy en este mundo), para luego ponernos en disposición de cumplir la voluntad de Dios. El camino cuaresmal que podemos iniciar puede llevarnos a un verdadero encuentro con nuestra realidad, la de mi entorno y la de mi vida espiritual.

Dios hoy se presenta como la respuesta a los anhelos más profundos de tu existencia. Él mismo se implicó, en su Hijo Jesucristo, en la dura realidad de nuestra vida, para que, uniéndonos a Él pudiéramos liberarnos del duro peso del camino del mal. Es gracias a la alianza del bautismo (prefigurado en el arca de Noé, primera lectura) que nos incorporamos en el Misterio de Cristo muerto «por nuestros pecados» (segunda lectura). Por el bautismo, morimos con Cristo al pecado, para que unidos a Él podamos resucitar a una vida nueva.

Vivir nuestra condición de bautizados

¿Pero estamos viviendo esta condición de bautizados? ¿Vivo como un verdadero cristiano de cara a Dios y a los demás? ¿Me estoy engañando o engañando a otros? ¿Cómo estoy llevando mi relación con mi familia, trabajo, amigos, conmigo mismo, con Dios? ¿Vivo acaso en el engaño, en la mentira, en el egoísmo, en alejarme de mi propia realidad? ¿Me olvido de Dios en mi vida diaria? ¿Cómo estoy llevando mi oración, la lectura de la Palabra de Dios, mi participación en la Eucaristía y los demás sacramentos? ¿Mi participación en la Iglesia es por costumbre u obligación o es una farsa por quedar bien con mis padres, hijos o esposo(a)? Por último, ¿cuándo fue la última vez que me confesé bien?

Plantearnos estas y otras preguntas, nos pueden ayudar a entrar en el desierto y hoy quiere el Señor que entremos en el desierto. Si estamos en el pecado, quiere que pensemos en un camino de conversión, de volver hacia él, de renovar nuestra condición de bautizados y cumplir con su voluntad. Si «estamos bien», es momento de volver a plantearnos por qué creemos en su amor, para que esto nos dé fuerza de no elegir el pecado en el día a día de nuestra existencia. Que esta cuaresma nos ayude a entrar en el misterio de nuestra existencia, de cara a Dios y a los demás.

¡Feliz domingo!

Juan Carlos Rivera Zelaya

Sacerdote de la Diócesis de Jinotega - Nicaragua. Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad de Navarra - España. Fundador del blog Paideia Católica sobre formación católica

Te puede interesar leer esto

0 comentarios

Deja un comentario