Este domingo es propicio para que agradezcamos al Señor, Supremo Pastor, por aquellos que dirigen nuestras comunidades cristianas. Que escuchando la voz de Cristo Buen Pastor: Apacienta mi rebaño (Cfr. Jn 21, 15-17), han puesto toda su confianza en el Señor como lo expresa el salmo que escuchamos este día: «Mejor refugiarse en Yahvé que poner la confianza en el hombre; mejor refugiarse en Yahvé» (Sal 117,8).
Y al mismo tiempo desean que otros, experimenten la paz, seguridad y felicidad que Dios puede dar. Oremos también por las vocaciones a la vida religiosa, misionera y sacerdotal. Por aquellos que trabajan por la unidad de todos los cristianos, Para que, bajo la guía de un solo Pastor, seamos un solo rebaño, en defensa de los más débiles, desprotegidos y marginados.
Recemos para que aquellos que arriesgan sus vidas luchando por los derechos fundamentales en dictaduras, en regímenes autoritarios e incluso en democracias en crisis, para que vean que su sacrificio y su trabajo dé fruto abundante (Intención del mes de abril. Papa Francisco).
Lecturas que inspiraron esta reflexión
NINGÚN OTRO PUEDE SALVARNOS
La lectura tomada de los Hechos, nos ayuda a reconocer la potencia de la vida del Señor resucitado, que actúa en las primeras comunidades, y proclama con fe al pueblo que la misma potencia está todavía operante entre sus discípulos y también nosotros que lo somos. En el nombre de Jesús somos no solo curados de nuestras dolencias y enfermedades, también solo en su Nombre somos salvados.
Con la confianza puesta en Jesús, Pedro y Juan confían plenamente en su Maestro y Señor, sin dejarse impresionar por su aparente inferioridad de condiciones, llegan a asombrar a sus adversarios. No se dejan intimidar por ningún tipo de respeto humano o amenazas. Con total firmeza insisten en su actitud con la frase emblemática de que «hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch 4,19).
CONOCERLE A LA LUZ DE LA FE
La segunda lectura no invita a reflexionar sobre el gran amor que Dios nos tiene, a poder conocerlo, tener una íntima relación con él. La fe hace posible esta relación, este conocimiento de Dios. La fe es un acto humano, bajo el impulso de la voluntad movida por Dios. Tenemos que poner de nuestra parte con la inteligencia y la voluntad para que nuestra fe, regalo de Dios, aumente.
La fe es una relación de amistad con Dios. La amistad se va alimentando. Y «Aún no se ha manifestado todavía lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es» (1 Jn 3,2). Un ejemplo que nos puede ayudar a entender que es la fe, es lo que en ciencia conocemos como cuerpos opacos, traslucidos y transparente.
Un cuerpo opaco no deja pasar la luz, es no tener fe; el transparente la deja pasar toda, sería visión de Dios en el cielo (lo veremos tal cual es); lo traslúcido deja pasar algo de luz, pero no se ve completamente la imagen, así es la fe. La fe es como los cuerpos traslúcidos. Entre lo opaco y el transparente está el traslúcido. Quienes tenemos fe, nos encontramos como un cuerpo traslúcido, es espera de verlo tal cual es.
LA FE ES EL SEGUIMIENTO DE LAS OVEJAS HACIA SU PASTOR
La fe nos ayuda a seguir con fidelidad nuestra vocación, porque queremos salvarnos. Experimentamos ya, la vida que da nuestro Buen Pastor, Él nos conoce y nosotros queremos corresponder a su amor. La garantía del verdadero conocimiento de Dios es la obediencia concreta de su voluntad (Cfr. Jr 16,11). La fe implica, por tanto, el comportamiento ético adecuado, el aspecto moral.
Pero sobre todo la fe, nos debe llevar a tener una relación personal entre el pastor y las ovejas, como la que existe entre el Padre y el Hijo. Así como éste se expresa en el amor del Padre por el Hijo y en la obediencia del Hijo al Padre, del mismo modo el conocimiento del pastor se manifiesta en el amor por las ovejas y en la confianza que las ovejas tienen en el pastor.
SUEÑO
Quiero terminar esta reflexión con las tres palabras claves que San José nos sugiere para nuestra vocación. Esto lo propone el Papa francisco, en su mensaje de oración por las vocaciones. La primera es sueño: ¿Qué soñamos para nuestra vida? Será solo lo efímero, banal, como el éxito, el dinero y la diversión, que no son capaces de satisfacernos.
Lo correcto propone el Papa sería soñar con amar sin medida. Porque el amor da sentido a la vida. San José se dejó guiar por los sueños, que lo invitaron a donarse, no hay fe sin riesgo. Sólo abandonándose confiadamente a la gracia, dejando de lado los propios planes y comodidades se dice verdaderamente “sí” a Dios.
Los sueños condujeron a José a aventuras que nunca habría imaginado. El primero desestabilizó su noviazgo, pero lo convirtió en padre del Mesías; el segundo lo hizo huir a Egipto, pero salvó la vida de su familia; el tercero anunciaba el regreso a su patria y el cuarto le hizo cambiar nuevamente sus planes llevándolo a Nazaret, el mismo lugar donde Jesús iba a comenzar la proclamación del Reino de Dios. (Mensaje para la jornada mundial de oración por las vocaciones, Francisco, 2021)
SERVICIO Y FIDELIDAD
El servicio enseñará que en cualquier vocación tenemos que estar dispuestos al sacrificio, porque amar implica sacrificios. No desanimarnos si en la vida no nos va, como nosotros esperábamos. Cuando en el servicio no perseguimos nuestros intereses, dejamos que la creatividad del Espíritu Santo haga maravillas en nuestra vida y a nuestro alrededor.
Por último, san José nos enseña que en nuestra vocación debemos ser fieles. Fieles a nuestra labor de cada día; el buen trato con tus hijos y pareja en el caso de los matrimonios; Tratando con respeto a todos y valorando los esfuerzos que se hacen por la pastoral, esto para los consagrados y dirigentes; No abandonando nuestra tarea, de anunciar a Cristo vivo en medio de tantas incomprensiones y desaliento. Mantener la alegría en el Servicio.
Que Dios nos ayude a soñar en grande en nuestra vocación, sirviendo con fidelidad y alegría por la causa del Reino.
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