Queridos hermanos. El tiempo pascual se acerca a su conclusión. Hoy estamos celebrando el séptimo domingo de Pascua y la próxima semana concluiremos esta hermosa celebración anual, que se extiende por cincuenta días, con la fiesta de Pentecostés. Sin embargo, la alegría de la Pascua continúa durante todo el año. Recordemos que domingo a domingo, y en cada eucaristía diaria, la radiante luz de la Resurrección ilumina nuestra oscuridad y nos hace levantarnos de nuestras postraciones.
El jueves pasado se celebraba el misterio de la Ascensión, cuando se cumplen cuarenta días después de la celebración de Pascua. Por razones pastorales, en algunos lugares esta celebración se traslada a este domingo. La Ascensión nos recuerda que, si bien Cristo regresó a los cielos, Él está presente junto a nosotros constantemente para animarnos. Sobre todo, en la eucaristía se hace cercano y amigo. Él está presente aún en medio de nuestras divisiones, para que, siguiéndolo a Él, busquemos la unidad en medio de las divisiones.
La división
Pienso que no es ajeno a los cristianos la dura realidad de la división. Entre los seguidores de Jesús hay muchas diferencias doctrinales y disciplinares. La interpretación de su Palabra, su mensaje, la forma de vida, la forma de oración; a veces nos hace ver grandes muros que separan entre creyentes y otros creyentes. A lo largo de la historia, ha habido muchas discusiones por causa de seguir a Cristo. Esto representa un grave problema para el testimonio y para nuestra misión en el mundo.
Ortodoxos, luteranos, calvinistas, anglicanos, mormones, cuáqueros, presbiterianos, episcopalianos, pentecostales, etc. Muchas ramas del cristianismo y a veces tan distintas, nos hacen pensar que hay algún problema entre nosotros: y sí lo hay, el pecado. Incluso dentro de la propia Iglesia católica, algunos crean divisiones y pueden llamarse católicos mientras unos apoyan el aborto y feministas, otros a los colectivos LGBTQ, otros son marxistas (ateos), otros extremadamente rígidos, otros tradicionalistas, enemigos del Vaticano II, etc. El ejemplo claro de esta situación es Mons. Lefebvre y hoy los obispos alemanes.
La unidad
Jesús sabía que la unidad era importante para que se realizara la misión de la evangelización. En el evangelio de este domingo VII de Pascua (cf. Jn 17, 11b-19), Jesús realiza una oración en la que le pide al Padre que nos guarde en el nombre del Padre […] para que seamos uno, como Ellos son uno. La Trinidad es el modelo de la Iglesia. Las tres personas de la Santísima Trinidad, unidas en el amor, distintas cada una, pero unidas en el amor; son el ejemplo de que es posible ser diferente pero ser Uno.
San Gregorio de Nisa nos recuerda que el amor que une a la Santísima Trinidad es la persona del Espíritu Santo: «el vínculo de esta unidad es la gloria. Por otra parte, si se examinan atentamente las palabras del Señor, se descubrirá que el Espíritu Santo es denominado “gloria”. Dice así, en efecto: Les di a ellos la gloria que me diste. Efectivamente les dio esta gloria, cuando les dijo: Recibid el Espíritu Santo» (S. Gregorio de Nisa, Homilía sobre el Cantar de los Cantares, Homilía 15: PG 44, 1115-1118). Es el Espíritu quien produce la unidad. Recordemos cuando en Pentecostés todos, aunque hablaban idiomas distintos, lograban entenderse. Esto era obra del Espíritu Santo que produce unidad. Pidamos al Espíritu, cuya venida estamos prontos a celebrar, para que haya unidad.
La verdad
«Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad.» Esta es otra de las peticiones del texto de este domingo. Es interesante cómo Jesús pide consagrarnos en la verdad que es Él mismo (cf. Jn 14,6). La unidad se mantiene solo a partir del seguimiento de la Verdad, de la Palabra, del Verbo hecho carne. Si seguimos a ideologías, modas, tendencias, intereses económicos, entonces no estamos buscando ser santificados en la Verdad. Estamos buscando otras cosas. Las divisiones se sanan solo a partir de la «santificación en la Verdad». Tal como nos recuerda san Agustín:
[…] Son santificados en la verdad los herederos del Testamento Nuevo, de cuya realidad habían sido sombras las santificaciones del Viejo Testamento y, evidentemente, cuando son santificados en la verdad son santificados en Cristo, quien ha dicho verazmente: Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida (Jn 14,6). Asimismo, cuando aseveró: «La verdad os librará», para exponer poco después por qué lo había dicho afirma: «Si el Hijo os liberare, entonces seréis verdaderamente libres» (Cf Rm 8,3): para mostrar que él había llamado primero «la verdad» a lo que a continuación ha llamado «el Hijo». ¿Qué otra cosa, pues, ha dicho también en este lugar, santifícalos en la verdad, sino santifícalos en mí? (S. Agustín, Comentario a Jn 17,14-19, dictado en Hipona, probablemente el domingo 23 de mayo de 420)
La respuesta
Solo el camino de la Verdad (el Hijo) y del Amor (el Espíritu Santo), puede hacer que la Iglesia se una y cumpla con la misión del Padre. Las divisiones en la Iglesia, tanto fuera como dentro, no son queridas por Dios. Son obra del Demonio, el Padre de la mentira y de la Envidia (cf. Jn 8, 44). Si queremos realmente, conseguir la unidad de la Iglesia, debemos tener celo por la Verdad, querer siempre ser santificados en la Verdad, seguir la Verdad, amar la Verdad, buscar la Verdad. Asimismo, debemos aprender a escuchar con amor y acoger con misericordia al Otro para podernos entender en medio de nuestras diferencias.
La obra de la unidad es fruto de la relación amorosa de los opuestos. La Verdad no es uniforme, sino –como dice en muchas ocasiones el papa Francisco– es pluriforme (poliedro). En la Iglesia, hay sitio para una unidad poliédrica, una unidad en la diversidad. Pero, esa unidad en el amor solo es posible si está vinculada al deseo de fidelidad a la Verdad que el Hijo nos ha dado en su Palabra. ¡Feliz domingo!
Paz ✌️y Bien 👍 hermanos todos en Jesús y María 😌🙏 Gracias por todo el bien que nos hacen compartiendo todo contenido para alimentar nuestro espíritu 👏Que el Espíritu del Señor los asista siempre. Mis mejores deseos mis oraciones con la bendición de Dios siempre 🙏🙏🙏
Muchas gracias hermana. Un saludo.