El problema de gran actualidad que creo, es la causa de muchas crisis en nuestros países, es un problema de jerarquía de valores. Hay quienes conceden el valor absoluto a las riquezas, a la propiedad, al poder político, a las cosas de la tierra. En cambio, hoy, Cristo nos enseña que el único valor absoluto es Dios, su seguimiento.
Entre los servicios que la Iglesia está prestando hoy a los problemas que enfrentamos es: de denunciar las idolatrías de nuestra sociedad, de relativizar lo que muchos adoran como ídolos y como absoluto. A eso viene la palabra de Cristo hoy: ¡a quitar un gran estorbo para implantar el Reino de Dios!
CONTEXTO DE LA CARTA A LOS HEBREOS
Es una carta para los cristianos que se habían convertido del judaísmo pero que, en hora de persecución y al sentir la nostalgia de su antigua religión judía, corrían grave peligro de apostatar de su fe. Los capítulos 3 y 4 se remontan a los acontecimientos que vivió el pueblo de Israel, en su época de esclavitud en Egipto. Recuerda como Dios no dio el descanso a aquellos que se dejaron llevar por las tentaciones en su purificación por el desierto, hacia la tierra prometida.
La liberación que obro Dios con Israel de Egipto serviría luego de motivación para el pueblo de Israel que vivió un nuevo exilio, esta vez forzado por los babilonios. Los profetas recordaban que tuvieran confianza, que sucedería un nuevo Éxodo de Babilonia hacia la tierra santa. Usando estas comparaciones, el autor sagrado habla a los judíos convertidos, y nos habla a nosotros los creyentes.
Es un llamado a escuchar la voz del Señor, recordando el salmo 94: “Pues si hoy oís la voz del Señor, ¡no endurezcáis vuestros corazones!”, Porque Élla nos dice el versículo 12: “es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos”.
Porque la palabra de Dios que nos va alimentando, domingo a domingo y siempre que reflexionamos en familia o en comunidad la Sagrada Escritura, es palabra que alimenta, es palabra que juzga, es palabra como espada que penetra a la intimidad del corazón, hasta donde se distingue alma y espíritu. ¡Cada domingo cuando venimos a misa sintamos que de veras, la peregrinación de nuestro desierto se detiene junto a las fuentes de la palabra y nos alimenta! Procuremos alimentarnos para que la semana que comienza nos encuentre optimistas, animados.
SOMOS PARTICIPES DE LA BONDAD DE DIOS
¡Qué bella lección de catequesis le da Cristo al joven ansioso de encontrar el camino de la salvación! Sería bueno que todos nosotros viniéramos con este espíritu a la misa del domingo: Maestro bueno, ¿qué debo de hacer para salir de esta crisis? Maestro bueno, Tú que calmabas tempestades, ¿por qué no se calma esta ola de contagios? ¿Qué debo de hacer yo para ser feliz en medio de tanta desgracia? ¿Qué es lo que me dará la tranquilidad de mi conciencia, de mi familia, de mi sociedad?
La solución la da Jesús al responder al joven: “Nadie es bueno sino sólo Dios.” (Mc 10, 18). La vida en Dios nos hace buenos. Si quieres ser bueno, lo primero es esto: cree en Dios. Y cree en Dios no en una forma teórica. Ese Dios que te ha creado, y te da inteligencia, vida, corazón, familia, tiene una ley: guarda sus mandamientos.
¡Dios es la fuente de la bondad! Y si hay algo bueno en la tierra es porque refleja a Dios. Si mi madre fue buena, es porque Dios le dio esa capacidad de bondad; si mi amigo es bueno, si hay en la tierra gente buena -y la hay de verdad-; ya Cristo orienta, es que: “Toda es bondad derivada de la única fuente; sólo Dios es el bueno por excelencia”; todos los demás son buenos por participación. Pero pueden también dejar de participar de esa bondad, porque nadie la tiene como esencia de su ser y la bondad se convierte en maldad. (San Oscar Arnulfo Romero, homilía, 14 de octubre de 1979)
UNA COSA TE FALTA: SÍGUEME
Y si respondemos a Jesús como este joven: “Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.” Jesús nos dirá: “Una cosa te falta”. (Cf. Mc 10, 20-21) Aquí hay un reto de Cristo a la bondad natural de los hombres. No basta ser bueno, no basta dejar de hacer el mal, mi cristianismo es algo más que altruismo. Hay muchos, que dicen: “Si yo no mato, yo no robo, yo no le hago mal a nadie”. No basta, ¡te falta mucho todavía!
“Anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.” (Mc 10,21). Para ser libres en el seguimiento a Jesucristo no hay que tener apegos a lo material, tampoco apegos emocionales. Ya sabemos que no se trata, de que Jesús o la Iglesia, esté en contra de las riquezas, o los que tienen posesiones más grandes que otros. Lo que la iglesia denuncia es el apego, cuando hay otras cosas, personas o situaciones en el lugar que solo le compete a Dios.
Porque existen ricos apegados a lo material, y pobres apegados a sus cosas que no tienen libertad de pobres. Los Discípulos se espantaron y comentaban: “Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús se les quedó mirando y les dijo: “Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios puede todo”.” (Mc 10, 24.27) Con esto está diciendo que puede haber riquezas, donde el hombre se convierta a usar las riquezas al servicio del amor, de la justicia, a hacer el bien. Pero esto es un milagro, sólo Dios lo puede hacer, cuando nos abrimos a su gracia.
También para nuestra vida espiritual es esencial cumplir los mandamientos, pero tampoco en esto podemos contar con nuestras fuerzas: es fundamental la gracia de Dios que recibimos en Cristo, esa gracia que nos viene de la justificación que nos ha dado Cristo, que ya ha pagado por nosotros. De Él recibimos ese amor gratuito que nos permite, a su vez, amar de forma concreta. (Papa Francisco, Audiencia general, 29 septiembre 2021).
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