CREER EN DIOS ES UNA FIESTA – II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Paúl Fernando Tinoco Mejía

enero 15, 2022

DIOS NO ES ALGUIEN TRISTE

Jesús comienza sus signos en las bodas de Caná, no es un simple milagro, es un signo, por eso hay que hacer el esfuerzo por descifrar el mensaje más profundo del relato. Los signos en el Evangelio de Juan apuntan siempre a algo más profundo de lo que ven nuestros ojos. Los signos en este Evangelio quieren reflejar la fuerza salvadora de Jesús, el amor profundo que tiene por la humanidad.

Juan narra la escena en medio de una fiesta en una gran casa. Los invitados son muchos, en una noche de alegría, canciones, bailes. Fiesta que podía durar varios días según la costumbre de Israel. Jesús ha sido invitado, Jesús está dentro del ambiente, riendo, cantando, bailando. Dios se deja encontrar en la mesa compartida, en la serenidad y en el gozo de estar juntos en la mesa. Nuestra relación con Jesús no tiene que ser legalista, de carácter judicial, tampoco penitencial o triste, es una relación de amor y de alegría, es de alianza.

Él no es un Dios amargado, alejado de la vida, ávido de sacrificios, Dios es un aliado de la alegría de sus creaturas, del placer vital y simple de existir y amar que todos llevamos en el corazón. Dios cree en el amor, lo bendice, lo apoya. Dios quiere que disfrutemos la vida y celebremos con alegría. A tal punto que ha hecho de una fiesta, el lugar original y privilegiado del primer anuncio del evangelio.

LA MADRE DE JESÚS TAMBIEN PARTICIPA EN LA ALEGRÍA

Le dice mujer porque en ella representa a todo el pueblo fiel. Ella es lo mejor de Israel. Ella ríe, baila, disfruta del vino. Pero también observa lo que ocurre a su alrededor; las mamás se dan cuenta de cosas que solo el corazón percibe, ella percibe que el vino se ha terminado. Ante la falta de un elemento necesario para la fiesta, ella avisa, constata, no le está pidiendo nada al Señor. Hace suya aquella situación de carencia, se hace portavoz.

Si no hay vino, como se podrá celebrar la boda con la alegría necesaria para la fiesta. El vino en la Escritura es signo de las promesas de Dios, signo del don de la felicidad y el gozo para su pueblo. El Sal 104, 15 dice: el vino alegra el corazón del hombre. En Jc 9, 13 expresa que alegra el corazón de los dioses también. El vino dice el profeta Is 55, 1-13 estará presente en el banquete final de la historia cuando se celebre la liberación de todos los hombres.

El vino es propio de la fiesta en aquella boda faltaba, es la falta que hay en nuestras vidas también: falta alegría, amor y esperanza. El significado profundo de la carencia de vino, la experimentamos todos, cuando somos asaltados por las dudas, cuando se vive sin gozo, cuando la familia se lleva como peso y rutina, cuando la fe no tiene la fuerza interior, falta el vino.

No solo en nuestra vida personal falta vino, también en nuestra sociedad falta el vino, porque hay miedo, desesperanza. Por la falta de ética, justicia, verdad, conciencia en las instituciones que deberían garantizarlas. Porque estamos heridos por las drogas, familias rotas por divorcios y la migración, vemos la destrucción a gran escala de nuestros recursos naturales por ambiciones que solo benefician a pocos.

TODO LO QUE ÉL LES DIGA, HÁGANLO

En el relato de hoy la madre señala el camino a seguir. El pueblo de Israel, en el monte Sinaí dijeron: haremos todo lo que él  diga. La madre del Señor nos manifiesta el camino: crean en el Evangelio y practíquenlo, háganlo vida y las tinajas de piedra, que son nuestras vidas se llenarán, de vacía a llena, de triste a feliz. La actitud de María tiene que ser la actitud de la iglesia actual; confiada, pero activa; Capaz de alegrarse, pero atenta a las necesidades y al dolor; Sintiendo el dolor de los demás y haciendo algo por superarlo. María es el modelo de la iglesia.

Las tinajas de piedra representan la religión. Al convertir en vino el agua de aquellas tinajas está transformando la ley de moisés que obligaba desde fuera. Ya no se debe seguir cumpliendo de modo exterior la alianza con Dios, si no desde el interior. Tiene que surgir en nosotros el gozo y la alegría de cumplir desde lo más íntimo de nuestro ser. Un nuevo modo de relacionarnos con él, Jesús pone amor en la religión.  Esas tinajas duras representan también el corazón duro de tantas sociedades, que a través de sus instituciones humillan, pisotean y destruyen.

LLENEN LAS TINAJAS DE AGUA

Jesús no saca el vino de la nada, dice: llénenlas de agua, pongan lo poco que ustedes pueden. Hagan lo poco, pero hagan algo. Es necesario colaborar con nuestra pobreza, pequeñez, es necesario colaborar con Jesús. De esa agua que nosotros pongamos, Jesús la transformará en vino nuevo y bueno, el mejor, el vino de la vida y de la esperanza, hay que llenar las tinajas de buena voluntad, de atención amorosa a lo que ocurre a los demás, hay que llenarlas de acciones sencillas, pero que nacen del corazón. De ahí sacará un vino nuevo.

Jesús todavía puede despertar el gusto por una vida llena de amor y de esperanza. Cuando nos falte el optimismo: hagamos lo que él diga. Su persona, vida y mensaje nos ayuda a buscar e inventar un modo nuevo de vivir. Hace brotar la justicia y la fraternidad, el respeto entre todos. Hace brotar la esperanza en que todo puede ser distinto y mejor.

Hermanos, nuestro Dios que se ha revelado presente en una boda, es el Dios de la fiesta, del amor danzante y gozoso, un Dios feliz que está buscando como darnos el mejor vino, que no está preocupado por los pecados que cometemos, sino en las necesidades que tenemos, que quiere saciarnos y vernos felices. Un Dios que está siempre al lado de la alegría que ayuda, a los pobres de pan y de amor, que cuida del humilde. Creer en Dios es una fiesta.

Paúl Fernando Tinoco Mejía

Presbítero de la Diócesis de Matagalpa-Nicaragua. Rector del Seminario Mayor San Luis Gonzaga de la Diócesis de Matagalpa.

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