Estimados hermanos. Sean bienvenidos a la celebración del domingo, la fiesta del Señor, al banquete doble de la Palabra y de la Eucaristía. En efecto, en cada misa celebrada, los cristianos recibimos dos alimentos: el primero y más obvio, el alimento del Cuerpo y la Sangre de Cristo, que se nos da al final de la misa. El segundo, que a veces pasa por desapercibido, es el alimento de la Palabra que es pronunciada y comentada en cada misa.
Este domingo, por intención del papa Francisco, tiene como tema central el don de la Palabra de Dios que se nos ha transmitido por la Sagrada Tradición a través de Iglesia. Dentro de esta Tradición, hay un particular testimonio de esta Palabra: las Sagradas Escrituras. Reflexionemos hoy cómo esta Palabra de Dios, que se nos ha dado, tiene un impacto en nuestras vidas.
Las Sagradas Escrituras
En efecto la Biblia es un regalo y don precioso que nos han transmitido los cristianos hasta nuestro días. En las palabras que leemos en este documento escrito hace dos mil años se contiene la Palabra que Dios dirigió a su Pueblo Israel y al Nuevo Pueblo de Israel (la Iglesia). Dentro de todo el contexto cultural, histórico y religioso de Israel y la Iglesia primitiva, se han escrito estos libros como testimonio de la intervención de Dios en la historia del hombre.
Cada libro tiene su particularidad, cada autor tiene una característica y estilo diferente. Cada momento en el que fueron escritas las palabras de los 73 libros que tiene estos libros son distintos. Pero todo el libro de la Biblia tiene un propósito: contarnos la historia sagrada. No me canso de repetir que Dios no es un ser alejado de la historia del hombre, en cambio, es un Padre amoroso que quiere que sus hijos no se pierdan y lo hace interviniendo en su historia. Precisamente, la Biblia nos comenta cómo Dios nos guía en este camino hacia la salvación.
El valor de la Palabra de Dios
La experiencia de la cercanía de Dios a través de su Palabra es el hecho fundante del Pueblo de Israel. Sobre la base de la conversación permanente con Dios, Israel se autoconcibe como un Pueblo. Cuando Dios no habla, cuando Dios se olvida de Israel, Este cae en manos de los enemigos y es destruido. Por eso, para Israel es importante escuchar la Palabra de Dios, atender esa Palabra y ponerla en práctica. La justicia del israelita es escuchar a Dios.
Por ello, para Israel la ley del Señor es un regalo importante. Hemos escuchado cómo en la primera lectura, tomada del libro de Nehemías, el pueblo se alegra porque la ley del Señor (los estudiosos dicen que es el libro del Deuteronomio) fue encontrada. El libro de Nehemías está contextualizado después del regreso de los Israelitas de Babilonia. Jerusalén había sido destruída y su ley se había perdido. Que encontrara las Palabra de Dios, significaba que Dios estaba cerca de su Pueblo. Asimismo, el salmo nos asegura que «la ley del Señor es perfecta/ y es descanso del alma;/ el precepto del Señor es fiel/ e instruye al ignorante».
La Palabra de Dios, Jesús y la Iglesia
El evangelio también nos muestra el valor de las Sagradas Escrituras. En primer lugar, el evangelista Lucas le explica a Teófilo cómo y por qué empezó a escribir su evangelio: «para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido». La Iglesia tuvo la experiencia del encuentro con aquel que es la Palabra de Dios, hecha carne, visible y sobre todo audible. Jesús nos comunica la voluntad de Dios y, a la vez, él mismo cumple esa Palabra que era profecía. Esa experiencia tenía que ser comunicada, por ello los evangelistas la recogieron por escrito y la transmitieron.
En segundo lugar, el evangelio de hoy, nos dice que el Señor, tomando el rollo de Isaías, anuncia que la Palabra del profeta se cumplía ahora. El Evangelio se anuncia por la acción del Espíritu Santo en el hoy de la historia. Esta Palabra también llega hoy a nuestra asamblea para, con fuerza y poder, «evangelizar a los pobres, proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; poner en libertad a los oprimidos; proclamar el año de gracia del Señor». Esta Palabra se ha proclamado en el ayer de la Iglesia y se sigue proclamando en hoy de nosotros como discípulos, hasta el día en que el Señor vuelva.
La Palabra de Dios en nuestra vida
Estimados hermanos: la Palabra de Dios es un regalo para nuestra comunidad y para nuestra vida. Hace presente a Dios entre nosotros: Dios nos habla hoy. Leer un trozo de algún profeta, o un salmo, o algún consejo de san Pablo, los evangelios en los que aparecen las Palabras de Nuestro Señor; nos pueden ayudar a descubrir qué quiere Dios para nuestra vida, nos dan ánimo en medio de las adversidades, nos alientan en nuestras luchas y nos alegran con los alegres. Con las Sagradas Escrituras escuchamos a Dios, le pedimos perdón, le damos gracias. En la Biblia encontramos el mejor regalo para orar.
Preguntémonos hoy: ¿cuándo fue la última vez que tomamos un momento para leer las Escrituras? ¿Tengo una Biblia católica en casa? ¿La Estudio? ¿Conozco la Lectio Divina: lectura orante de la Palabra de Dios? Cuando vengo a misa ¿me entero de lo que ha sido proclamado como Palabra de Dios o acaso estoy distraído? En la homilía del sacerdote, ¿atiendo a su explicación? ¿Tomo cursos bíblicos y/o me intereso por mi formación bíblica?
Que estas preguntas nos ayuden a valorar el tesoro de la Biblia en nuestras manos. ¡Feliz domingo!
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