PASCUA DE LA RESURRECIÓN DEL SEÑOR

Paúl Fernando Tinoco Mejía

abril 16, 2022

¡Aleluya, Aleluya, Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado! Los textos de la liturgia de la Palabra en la misa del día domingo, misa de Pascua, nos dan testimonio de todas las señales que dieron los apóstoles mostrando a Jesús vivo. Comienza el testimonio de los Hechos:

«Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos». (Hch 10, 39-41)

El Evangelio proclamado en Vigilia Pascual también nos indica: «No está aquí, ha resucitado» (Lc 24, 6) y el Evangelio propuesto para la misa del día nos manifiesta más señales: Pedro «Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó» (Jn 20, 6-8).

FELICIDAD QUE NOS DA EL TRIUNFO DE NUESTRO SEÑOR

¿Y la resurrección de Cristo que efecto tendría en nuestra vida? Lo primero sería darnos felicidad, alegría por el triunfo de nuestro Señor ¿en que se funda nuestra alegría? No puede estar basado en lo material, porque eso es efímero, de ahí que cuando lo perdemos queda el sin sentido. No podemos vivir en la superficialidad.

El fundamento de nuestra alegría ¿Cuál debe ser? la respuesta la encontramos en la secuencia litúrgica que se proclama antes del Evangelio en las misas del día Domingo de Pascua: Ofrezcan los cristianos. Que proclama a Cristo vencedor de la muerte. Uno de los principales motivos de nuestra infelicidad es el miedo a la muerte.

MUERTE

La muerte es el primer enemigo de nuestra felicidad, el hombre se ve tentado en su deseo de eternidad, inmortalidad. Ante esta realidad de querer vivir para siempre, como explicar que existe una realidad llamada muerte. Dice la secuencia «Lucharon Vida y muerte en singular batalla y muerto el qué es la Vida triunfante se levanta».

Si, Jesús se levanta como primicia de los muertos. «Sabemos por tu gracia que estás resucitado la muerte en ti no manda». Y si en Jesús no manda la muerte, tampoco va a mandar en nosotros, la última palabra no es muerte, es vida, resurrección. Somos mortales, pero eternos, Cristo nos dará vida eterna.

Cada que pasan los años, nos vamos dando cuenta que estamos heridos de muerte, cuando nacemos ya vamos envejeciendo. Pero nuestra muerte, está herida de resurrección, porque la muerte no manda en Cristo, ni en todos aquellos que estamos unidos a Él. Este es entonces el motivo radical de nuestra felicidad.

PECADO

Un segundo motivo de nuestra alegría es vivir en gracia, porque Cristo al morir y resucitar nos ha redimido del pecado, el poder vivir en gracia, que el pecado no tenga la última palabra. Sí que viviremos una batalla entre la santidad y nuestra condición pecador. Pero la última palabra será santidad, no pecado.

Unidos a Jesús, viviendo la vida de gracia que nace de su resurrección, tenemos esa certeza. En la Secuencia Litúrgica seguimos meditando: «Cordero sin pecado que a las ovejas salva a Dios y a los culpables unió con Nueva Alianza» estamos unidos a Dios nosotros que somos pecadores, poco a poco, transformándonos en hombres santos.

«[…]el cristianismo no era solamente una «buena noticia», una comunicación de contenidos desconocidos hasta aquel momento. En nuestro lenguaje se diría: el mensaje cristiano no era sólo «informativo», sino «performativo». Eso significa que el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva». (BENEDICTO XVI, Spe Salvi, 2).

Transforma nuestra vida ya, al experimentar que las promesas de Cristo ya están aconteciendo en esta vida. La felicidad futura la hemos comenzado ya a recibir en esperanza, pero ya. Somos renovados por el espíritu de Cristo, resucitamos ya en esta vida. La prueba de que existe esa vida eterna que Cristo nos promete después de nuestra muerte física, es que ya podemos experimentar un resucitar a una vida nueva ya, venciendo los males morales, superando los sufrimientos y el pecado.

SUFRIMIENTO

El tercer enemigo es el sufrimiento, todo el acontecer de nuestra vida está llena de ellos: físicos, psicológicos, morales, espirituales. Siempre está la ley de la contradicción. Todo pasa con un cierto nivel de sufrimiento. La secuencia continúa dando respuesta a los tres enemigos de nuestra felicidad expresando: «Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa».

Esta es nuestra miseria humana, siempre en medio de contradicciones, todo está herido, pero nos muestra como todos los sufrimientos son redentores, son para algo, por algo. Están integrados en un designio de purificación de nuestra vida, y debemos abrasarlos en la resurrección de Cristo y descubriremos que son purificadores, iluminadores y salvadores. Creer en la resurrección no es solo creer en algo que pasará allá en un futuro, sino algo que comienza acontecer en este mismo momento.

Durante este tiempo de pascua rezaremos en Regina Caeli: Reina del Cielo, alégrate. Porque el que mereciste llevar en tu seno. Resucitó según dijo. Gózate y alégrate, Virgen María. Porque resucitó en verdad el Señor. Se lo decimos a ella, para que también nos lo recuerde a nosotros. Ella goza y se alegra, plenamente de esa resurrección.

Que el Señor nos ayude a tener el deseo de vivir en plenitud, vivir una vida más coherente, porque nuestra esperanza acontece ya, esperando la parusía del Señor o de nuestra vida, pero disfrutando de sus primicias. Paz y alegría hermanos, Jesús ha resucitado, la victoria de Cristo ha sido plena, y es compartida con nosotros.

Paúl Fernando Tinoco Mejía

Presbítero de la Diócesis de Matagalpa-Nicaragua. Rector del Seminario Mayor San Luis Gonzaga de la Diócesis de Matagalpa.

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