TODOS A EVANGELIZAR EN UNIDAD – III DOMINGO DE PASCUA (C)

Paúl Fernando Tinoco Mejía

abril 30, 2022

Avanzamos en el tiempo pascual y uno de los frutos de Cristo resucitado es la alegría en medio de las adversidades, podemos decir que Jesús resucitado está con nosotros y si Él está con nosotros, ¿Quién contra nosotros? Estamos llamados hermanos a vivir los frutos de la resurrección de Cristo y seguir proclamado el Evangelio de Cristo en medio de las contrariedades de la vida, con la fuerza del Espíritu Santo.

EJEMPLO DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS

El pasaje de la primera lectura narra el ejemplo de la primera predicación apostólica, en los que podemos reconocer, como los propios Apóstoles viven hasta las últimas consecuencias y los efectos en la vida de la comunidad cristiana, que causaba dicha predicación. Vemos como los discípulos enfrentaron contrariedades, represiones, azotes y esto les alegraba, no porque fueran masoquistas, sino por sufrir a causa de Cristo. (cfr. primera lectura: Hch 5, 27b-32. 40b-41).

Esta constante de las persecuciones, está muy presente en Hechos y nos debe hacer reflexionar sobre la autenticidad de la evangelización actual. Si no hay contradicción, quizás es que no se predique el evangelio como se debe. No porque sea imprescindible o deseable que los cristianos sufran, sino porque, de hecho, en el mundo actual pecador, es algo que ocurre si se presenta a Jesús y su mensaje con incidencia real en la vida.

Los discípulos confiando en la palabra de Señor que les dice: «“Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados». (Jn 21,6), muestra cómo fueron obedientes a la voz del Señor, realizaron una gran pesca, que simboliza la misión de la Iglesia, las conversiones logradas gracia a la predicación de los Apóstoles y el testimonio de los cristianos hacen crecer la Iglesia para honra y gloria de Dios.

PEDRO CONFIRMA EN LA FE A SUS HERMANOS

En el Evangelio vemos como el Apóstol Pedro, es llamado a confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 31-32), ve por tanto al Resucitado antes que los demás y sobre su testimonio es sobre el que la comunidad exclama: “¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!” (Lc 24, 34)». (Cfr. CEC 641). Estamos llamados a permanecer en comunión con el Papa, que nos asegura así nuestra unión con la Iglesia de Cristo.

Debe destacarse también el simbolismo de Pedro: Jesús había mandado a todos los discípulos que sacasen los peces a tierra. En lugar de ellos aparece Pedro (Jn 21,11). Mediante esta acción se presenta a Pedro como la cabeza de la misión de la Iglesia, que lleva al Señor todo el éxito del trabajo de los siete. Se simboliza, por tanto, la unión de todas las Iglesias en Pedro.

El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella (cf. Mt 16, 18-19); lo instituyó pastor de todo el rebaño (cf. Jn 21, 15-17). “Consta que también el colegio de los apóstoles, unido a su cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro” (LG 22). Este oficio pastoral de Pedro y de los demás Apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa. (CEC. 881)

En la segunda parte del capítulo, Pedro confiesa tres veces su amor al Señor, en reparación de su triple negación y se le confiere el cuidado supremo del rebaño (Mt 16,17-19; Lc 22,32). Este pastoreo debe asemejarse al de Cristo, que entregó su vida por las ovejas. ¿estamos trabajando por la unidad de la Iglesia o estamos provocando divisiones por nuestra falta de adhesión al Papa y a nuestro Obispos?

MISIÓN DE LA IGLESIA NOS INVOLUCRA A TODOS

El Evangelio de Hoy continúa narrando que estaban juntos «Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: «Voy a pescar.» Le contestan ellos: «También nosotros vamos contigo.» Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada». (Jn 21, 2-3)

La primera parte del capítulo utiliza el lenguaje simbólico. Lo vemos en los discípulos que son siete: cuatro pertenecen al círculo de los Doce y tres a los “otros”. El número siete es símbolo de plenitud y de totalidad. Esto significa que el trabajo de la “pesca” debe correr a cargo de toda la Iglesia. No dejar todo el trabajo a los consagrados, todos los bautizados estamos llamados a ser testigos de Cristo Resucitado en el mundo.

La aparición del Resucitado es presentada sobre el andamiaje de una pesca milagrosa, que ilumina la promesa que había hecho Jesús a sus discípulos en el momento de la vocación: os haré pescadores de hombres (Mc 1,17; Lc 5,1-11). La resurrección de Jesús es la que hizo posible la existencia de la comunidad y la misión que le es encomendada. Se afirma, además, que el éxito de la misión cristiana no depende del esfuerzo humano, sino de la presencia viva del Señor en ella.

La red que no se rompe acentúa la capacidad de la Iglesia para recibir en su seno a todos los hombres, por muy distinta que sea su mentalidad y cultura. El evangelista Juan, con este detalle, intenta poner de relieve la unidad de la Iglesia, compuesta por muchas iglesias y pueblos, y creada por el Resucitado.

EUCARISTÍA FUENTE Y CUMBRE DE LA FE CATÓLICA

Palabra y Eucaristía se pertenecen tan íntimamente que no se puede comprender la una sin la otra: la Palabra de Dios se hace sacramentalmente carne en el acontecimiento eucarístico. La Eucaristía nos ayuda a entender la Sagrada Escritura, así como la Sagrada Escritura, a su vez, ilumina y explica el misterio eucarístico» (BENEDICTO XVI, Verbum Domini 55).

Para la comida hay preparado un pan y un pez. En el relato de la multiplicación de los panes (Jn 6,1-13) se habla de cinco panes y dos peces. La comida es la misma. En ambos casos Jesús tomó el pan y el pez y se lo repartió. La referencia a la Eucaristía es evidente. La pesca en alta mar, en el mundo, adquiere todo su sentido desde la otra orilla donde está el Señor.

La Eucaristía es “fuente y culmen de toda la vida cristiana” (LG 11). “Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua” (PO 5). (CEC, 1324)

Para la misión como Iglesia necesitamos saciarnos del Pan que Jesús nos da, que es su cuerpo y su sangre ¿cómo estamos viviendo la cena pascual domingo a domingo? ¿puedo ir a la celebración del banquete pascual otro día de la semana? Es bueno que valoremos como estamos viviendo el encuentro con el Resucitado en el momento más importante, que es cuando escuchamos su Palabra y comemos su Cuerpo y su Sangre.

Que el Señor nos permita seguir creciendo día con día, en un encuentro vivo con Él, para ser sus testigos en este mundo. Feliz Pascua semanal.

Paúl Fernando Tinoco Mejía

Presbítero de la Diócesis de Matagalpa-Nicaragua. Rector del Seminario Mayor San Luis Gonzaga de la Diócesis de Matagalpa.

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