Gracias por visitar nuestro sitio, y meditar con nosotros la Liturgia del Domingo XIII del tiempo ordinario que, sin duda alguna, nos plantea un tema importante de la vida espiritual; Y es saber la relación entre libertad y obediencia apostólica, libertad y seguimiento, ¿cómo se conjugan?
En la medida que sigamos a Dios, le obedezcamos, nos sujetamos a su voluntad, Él nos da un mandamiento, Jesús se presenta como camino, verdad y vida. Pero al aceptar ésto, nos podemos preguntar ¿actuando de ésta manera, será acaso que soy menos libre? Si se plantea así, no seríamos libre, Dios nos está condicionando. Así lo ve el mundo, porque yo quiero hacer lo que me venga en gana.
CREADOS PARA SER LIBRES
Pero la liturgia de la Palabra de este Domingo, nos ayuda a entender como hemos sido llamados a la libertad. «Su vocación, hermanos, es la libertad. Pero cuiden de no tomarla como pretexto para satisfacer su egoísmo; antes bien, háganse servidores los unos de los otros por amor» (Gal 5, 13). Esto nos abre una nueva perspectiva, en la que se nos da a entender el concepto cristiano de libertad, que no coincide con hacer una cosa o su contrario. La libertad cristiana no es libre albedrío. Libertad según la define san Agustín: es la capacidad del hombre para determinarse para el bien. Firme decisión de entregar plenamente nuestra vida al bien.
Alguien que se determine para el mal, no significa que sea libre, más bien, está destruyendo su capacidad de ser Libre. La libertad no es un fin, es un don, es una cualidad que nos permite participar con Dios en el descubrimiento del bien. Nos ayuda a ser creativos. A que no seamos solo receptores pasivos del bien, es una asociación en la que Dios quiere hacernos partícipes. Es como cuando un padre de familia le quiere dar algo a su hijo, pero quiere que a él le cueste, para que luego lo valore. Cuanto el hombre se determina para el mal, se destruye.
SUPERAR LOS APEGOS
La verdad nos hace libres (Cfr. Jn 8, 32). Se nos presentan las exigencias evangélicas. Las escenas nos sorprenden: no hay donde reclinar la cabeza, no hay donde dormir. Jesús nos pregunta ¿Quieres seguirme? Bueno, pero esta noche podemos dormir debajo de un puente. Tienes que tener disponibilidad, no puedes hacer lo que te apetece en cada momento.
Estamos invitados a superar los apegos, hay expresiones que no se deben tomar literal: «A otro, Jesús le dijo: “Sígueme”. Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”» (Lc 9, 59-60). Es como el versículo de dice: si tu ojo te es ocasión de pecado, arráncatelo.
Son reflejo más bien, de la radicalidad necesaria para seguir a Jesucristo. Hay que priorizar, poner a Dios como primero en nuestra vida. Si mi corazón está lleno de apegos, a personas, dinero o formas de ver la vida, va a ser muy difícil seguir a Jesús. San Juan de la Cruz ponía el siguiente ejemplo: Un águila que está atada a una cadena y una roca, es igual a otra atada a un hilo fino y una pequeña rama, porque ambas no alzan vuelo, hasta cortar la cadena o el hilo. Podemos estar atados a grandes vicios o a pequeñas cosas, pero que nos tienen apegados.
LIBERTAD Y SEGUIMIENTO
Desde ese momento, después de esa «firme decisión», Jesús se dirige a la meta, y también a las personas que encuentra y que le piden seguirle les dice claramente cuáles son las condiciones: no tener una morada estable; saberse desprender de los afectos humanos; no ceder a la nostalgia del pasado. Pero Jesús dice también a sus discípulos, encargados de precederle en el camino hacia Jerusalén para anunciar su paso, que no impongan nada: si no hallan disponibilidad para acogerle, que se prosiga, que se vaya adelante. Jesús no impone nunca.
(Papa Francisco. Ángelus 30 de junio de 2013)
Podemos entender la diferencia entre el querer y lo que me apetece con el siguiente ejemplo: ¿a qué hora te levantas para ir a trabajar? ¿te apetece o quieres? Bueno diremos: me quiero levantar y lo haré, pero no me apetecía. Esto nos enseña que la Libertad está en nuestro querer, en nuestra voluntad. No en el apetecer. En esto nos jugamos la vida. Si podemos distinguir eso, alcanzaremos la madurez.
Nos revelan en concepto cristiano de libertad estas lecturas, para ser libres nos ha liberado Jesucristo y para que estemos dispuestos a hacer el bien, entregándonos en el servicio a su seguimiento. Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María que tienen un corazón plenamente libre y dispuestos a hacer la voluntad de Dios Padre, nos ayuden a liberarnos a nosotros de cualquier apego, para ser Hijos realmente libres.
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