INSTRUMENTOS DE SU MISERICORDIA – XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

Paúl Fernando Tinoco Mejía

septiembre 24, 2022

Muchas narraciones propias del Evangelio de Lucas, a lo largo del año, ilustran el tema de la misericordia divina: la mujer pecadora (XI domingo), el buen samaritano (XV domingo), la oveja perdida y el hijo pródigo (XXIV domingo), el buen ladrón (XXXIV domingo). No faltan las advertencias dirigidas a quien no demuestra misericordia: los anatemas y las bienaventuranzas (VI domingo), el rico insensato (XVIII domingo), el rico y Lázaro (XXVI domingo).

Escrito para los gentiles, el Evangelio de Lucas evidencia cómo la misericordia de Dios va más allá del pueblo elegido para abrazar a aquellos que antes estaban excluidos. El tema retorna frecuentemente a lo largo de estos domingos, es una advertencia a todos los que nos reunimos para celebrar la Eucaristía: hemos recibido la generosa misericordia de Cristo; por tanto, no pueden existir límites a nuestra misericordia hacia el prójimo. (Directorio Homilético, 145)

NUESTRAS ACCIONES TIENEN CONSECUENCIAS O EFECTOS AQUÍ Y EN EL MAS ALLÁ

Tenemos que dejar claro hoy que nuestras acciones tienen consecuencias positivas o negativas para nosotros o para aquellos que nos rodean. Eso deja claro esta parábola, al afirmar que: el rico vive lujosamente y celebra grandes fiestas y banquetes, el pobre tiene hambre y está enfermo.

Pero, después de la muerte, la situación se trastoca: Lázaro es acogido en el paraíso, mientras que el rico acaba sufriendo tormentos. La enseñanza que se saca de la parábola es clara: cada quien debe utilizar los propios bienes sin egoísmo y de manera solidaria.

(JUAN PABLO II, Ángelus, 26 Septiembre del 2004).

En el aquí nuestra falta de comprensión, ayuda y empatía con los necesitados, provocará más sufrimiento. Después de nuestra muerte, la indiferencia con que vivamos hoy, se convertirá en dolor infernal, por no haber socorrido al afligido, al hambriento, a quien Dios había puesto en mi camino, para ser yo un instrumento de su providencia.

Hemos pensado que la misericordia de Dios, lo hace olvidar la justicia, como renunciando a ella. Recordemos que nuestra libertad conlleva responsabilidad. Este evangelio nos habla de nuestra responsabilidad, Dios no es indiferente al mal, Él no permitirá que el mal tenga la última palabra. Acogemos este evangelio con la sencillez que ha sido anunciado, seamos humildes para acogerla.

¿LÁZARO O EL RICO?

También nosotros podemos estar en la condición de ambos personajes de la parábola de hoy. Como Lázaros, cuando hay momentos en la vida en que sufrimos injusticias, calumnias. Caemos en situaciones tan desesperantes y no encontramos quien nos de una mano. En esta condición nos vendría bien recordar que el nombre de Lázaro, significa: Dios le ayuda. Proviene también de los nombres: Eleazaro o Eleazar.

Cuando nos sintamos abandonados por todos, Dios está con nosotros, nos ve y nos conoce. Dios está de parte de los pobres necesitados de todo. Dios suscita su providencia con los necesitados. Muchos Lázaros en la actualidad dan testimonio de como experimentan la confianza en Dios, en medio de las dificultades, tantos enfermos nos dan testimonio de alegría en medio de la enfermedad; son ejemplo de lucha y superar a pesar de.

Cómo rico, cuando somos egoístas y no ayudamos al necesitado, en ese momento nos resistimos a la gracia de Dios, que nos quiere mover a la caridad. El reproche que se hace al rico es el de no saber compartir lo que tiene con los más necesitados. Su pecado consiste en haber hecho de las riquezas su dios (Lc 16,13).

ESCUCHAR LA PALABRA PARA COMENZAR NUESTRO PROCESO DE CONVERSIÓN

Que importante es la Palabra que la iglesia nos ha dejado. El versículo final «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto». (Lc 16,31) expresa perfectamente el centro del mensaje contenido en la parábola: incluso los milagros más espectaculares, como la resurrección de un muerto, son inútiles cuando no se ha acogido en el corazón la Palabra de Dios.

Hay que mirar con fe el ministerio de la predicación. Cristo nos dirige su Palabra. Tenemos que desaparecer y dejar que sea Cristo quien dirija la palabra y que él transmita lo que Él pide. Que importante es orar por los predicadores y orar para que podamos acoger la Palabra.

Que Dios nos ayude a dejar que su gracia nos haga instrumentos de consolación, de su misericordia, de su providencia, ante un mundo que necesita conocer que bueno es Dios, cuan misericordioso nuestro Dios que no desampara a quien se acoge a Él.

Paúl Fernando Tinoco Mejía

Presbítero de la Diócesis de Matagalpa-Nicaragua. Rector del Seminario Mayor San Luis Gonzaga de la Diócesis de Matagalpa.

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