Preparen el camino del Señor – II Domingo de Adviento (A)

Juan Carlos Rivera Zelaya

diciembre 3, 2022

Estimados hermanos. Continuamos la celebración de este tiempo de Adviento con la alegría y esperanza de encontrarnos con Nuestro Salvador. Hoy, dos personajes nos anuncian la llegada del Mesías y nos invitan a preparar el camino al Señor que sale del interior de la Santísima Trinidad para venir a visitarnos, para encontrarse con nosotros. El Adviento es un tiempo de anuncio y preparación que debemos vivir con intensidad no solo en estas fechas de fin de año, sino toda la vida.

La profecía

En la primera lectura hemos escuchado una de las grandes profecías del Antiguo Testamento. Aunque no hay unanimidad, la mayoría de los expertos suelen colocar esta profecía en el contexto de la deportación de los judíos a Babilonia. La dinastía del rey David había sido eliminada y el pueblo estaba disperso. Habían perdido todo: su tierra, su templo, su cultura, su paz. Todo parecía estar perdido. Tal como estamos viviendo ahora. Parece que todo está perdido entre tantas noticias malas: crisis políticas y económicas, enfermedades y guerras, muerte y más muerte.

El anuncio del profeta Isaías está dirigido a esos judíos del destierro, pero se actualiza y se hace palabra viva para nosotros. Ante nuestro destierro, Dios nos anuncia que brotará un vástago del tronco de Jesé. Esa promesa de un Salvador que estará lleno del Espíritu Santo y hará justicia a los pobres, se nos anuncia a nosotros hombres y mujeres del siglo XXI, cristianos que ansiamos llegar a la Tierra Prometida, a la Jerusalén celestial. Ese que nos ha sido anunciado es Nuestro Señor Jesucristo que vino, viene y vendrá a restablecer nuestro mundo y nuestras vidas. Con nacimiento y toda su vida, con su muerte y resurrección, nos ha dado esperanza para poder vislumbrar en el horizonte un futuro mejor: donde ya no haya guerra, ni odio, ni muerte.

Preparar el camino

De la misma manera, el último profeta del Antiguo Testamento nos ha anunciado la venida de alguien que nos «bautizará con Espíritu Santo y fuego». Juan Bautista nos comunica que hay uno que viene detrás de él, que está revestido de una singularidad particular. Ante esa llegada nos invita a preparar el camino. El propio estilo de vida (vestimenta y alimentación) de san Juan Bautista nos dice que él mismo se estaba preparando para el encuentro con el Mesías. Ese estilo sobrio y sencillo no es casualidad pues estaba viviendo un tiempo de conversión, de metanoia.

El Adviento, tiempo que estamos viviendo con intensidad, nos permite también a nosotros prepararnos para tener un encuentro personal con el Señor que viene a nuestro encuentro. Pero debemos preguntarnos cómo nos preparamos para ese recibimiento. El mundo de hoy nos invita a prepararnos para la Navidad con ropa, comida, luces y guirnaldas. Todo eso es bueno pero secundario. Como San Juan Bautista, estamos invitados a la conversión, a dejar todo aquello que nos separa de Dios y de nuestros hermanos, a dejar el pecado y reconducir nuestro camino hacia un encuentro liberador y sanador. El Adviento es un tiempo particularmente especial, pues nos prepara para recibir al Señor a través del don de la conversión.

Anunciar la llegada

Una vez que nos hemos preparado bien, haciendo un proceso de conversión permanente y actualizando en nuestra vida, y sobre todo en nuestro corazón, la llegada del Salvador; también podremos invitar a otros a prepararse para la llegada del Salvador. A ejemplo de san Juan Bautista que anunció la venida del Mesías, con unas palabras bastante duras, nosotros como cristianos debemos ser testigos de la presencia de Dios en nuestra historia personal y familiar. El Adviento es también un tiempo de misión, un tiempo de compartir el evangelio.

El mundo está cada vez más secularizado. La Navidad va perdiendo su sentido original. Hoy nadie se prepara para celebrar el nacimiento del Salvador, sino solo para recibir regalos, comer o pasarla bien. Incluso muchos han perdido el sentido familiar de estas fiestas y la han transformado en una fecha rentable para hacer marketing y vender mucho. Nosotros, cristianos, con nuestra vida, testimonio y conversión, pero también con nuestras palabras, estamos invitados a compartir el verdadero sentido de estas fiestas. Cada detalle, incluso secundario, es importante: perdonar y pedir perdón, buscar la reconciliación con Dios y con los hermanos, ser caritativos, compartir, dar gracias en la cena de noche buena, poner el belén, venir a misa, cantar villancicos navideños con un sentido profundamente cristiano, etc. La Navidad es la fiesta más importante del año y ¡es una fiesta cristiana! No perdamos la oportunidad de anunciar, como san Juan, la llegada del Mesías.

¡Feliz domingo!

Juan Carlos Rivera Zelaya

Sacerdote de la Diócesis de Jinotega - Nicaragua. Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad de Navarra - España. Fundador del blog Paideia Católica sobre formación católica

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