DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS – III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Paúl Fernando Tinoco Mejía

enero 21, 2023

Este 22 de enero, III Domingo del Tiempo Ordinario, se celebra el IV Domingo de la Palabra de Dios. En la Carta Apostólica en forma de Motu proprio “Aperuit illis” («Les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras» Lc 24,45), entregada por el Papa Francisco el 30 de septiembre de 2019, explica que ” Dedicar concretamente un domingo del Año litúrgico a la Palabra de Dios nos permite, sobre todo, hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable”. Una jornada, por tanto, dedicada “a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios” que “haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura”.

DAR A CONOCER ESTE TESORO A TODOS

Jesús comienza a predicar en Galilea, la región en la que creció, un territorio de “periferia” con respecto al centro de la nación judía, que es Judea, y en ella, Jerusalén.  Pero el profeta Isaías había anunciado que esa tierra, asignada a las tribus de Zabulón y Neftalí, conocería un futuro glorioso: el pueblo que caminaba en tinieblas vería una gran luz, la luz de Cristo y de su Evangelio.

Hoy domingo de la Palabra, se nos invita a presentar a Cristo Palabra viva de Dios al mundo. Por eso elige a sus primeros discípulos, hombres humildes y valientes que respondieron generosamente a la llamada de Jesús. Hoy la llamada es para todos nosotros, tenemos que tomar el relevo del anuncio del Evangelio, no podemos dejar a oscuras este mundo que se hunde en las tinieblas del error.

“En medio de tantas palabras diarias, necesitamos escuchar esa Palabra que no nos habla de cosas, sino que nos habla de vida”. Lo recordaba el Papa Francisco el 26 de enero de 2020, con ocasión de la primera celebración del Domingo de la Palabra de Dios. Para escuchar y comprender la palabra del Señor, recomienda el Papa, hay que empezar por las pequeñas cosas, como leer “algún versículo de la Biblia cada día. Comencemos por el Evangelio; mantengámoslo abierto en casa, en la mesita de noche, llevémoslo en nuestro bolsillo o en el bolso, veámoslo en la pantalla del teléfono”.

CRISTO LUZ DEL MUNDO

Sólo con la luz de Cristo podremos llegar hasta los confines, especialmente a los hombres sin fe, ni esperanza. El evangelio no lo podemos encerrar, debemos gritarlo, anunciando con fervor y amor la palabra de Dios. Estando Cristo en el centro de cada ser humano, no habrá disputas y división en la comunidad, pero cada cabeza es un mundo y si no tenemos un mismo pensar ni un mismo sentir en el Señor, no alcanzaremos la luz de Cristo que une y salva.

Debemos presentar a un Cristo vivo y alegre, es un Dios que se sienta a nuestro lado y que se nos da como alimento para la vida eterna. Seamos uno de esos apóstoles que llevamos el amor de Cristo como buena noticia a todos.

En su homilía del 24 de enero de 2021, el Papa Francisco repite que la Palabra de Dios “es la carta de amor escrita para nosotros por Aquel que nos conoce como nadie más. Leyéndola, sentimos nuevamente su voz, vislumbramos su rostro, recibimos su Espíritu. La Palabra nos acerca a Dios. Dios no está —como muchas veces estamos tentados de pensar— allá arriba en los cielos, lejos, separado de la condición humana, sino que está con nosotros”.

TESTIGO DE LA ESPERANZA

El encarcelamiento de Juan es el detonante por el cual Jesús se marchó a Galilea. El lugar en el que comienza Jesús a predicar es un ambiente difícil, es un mundo que no conocen de Dios. Mateo ve cumplida la profecía de Isaías: «El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció». (Is 8, 23b–9, 1).

Las crisis son oportunidades, tiempo de gracia. No hay tiempo adverso para quien busca a Dios. Existe un proverbio que dice: Cuando el viento sopla fuerte unos levantan muros y otros hacen molinos de viento, de esa crisis Dios te permitirá hacer un tiempo de gracia si lo aprovechas. Si van tres personas en un barco y uno es pesimista, otro optimista y otro cristiano, el comportamiento debería ser el siguiente: El pesimista se queja del viento, el optimista espera a que cambie, y el cristiano ajusta las velas.

Todo resulta para bien de aquellos que esperan en Dios (Cfr. Rm 8,28) si alguien desconoce su destino, ningún viento es favorable. Añorar el pasado o circunstancias pensando: si las cosas hubiesen sido diferentes, si hubiese pasado aquello y no esto, eso no nos dejará avanzar, no es realista. Hay que confiar que en ese viento que sopla, también está integrado el Espíritu Santo, aunque las situaciones se pongan muy contrarias, podrá hacer el viento de pentecostés y cambió la historia.

Abramos con esperanza la Palabra de Dios y descubramos la misión a la que somos enviados por Dios.

Paúl Fernando Tinoco Mejía

Presbítero de la Diócesis de Matagalpa-Nicaragua. Rector del Seminario Mayor San Luis Gonzaga de la Diócesis de Matagalpa.

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