5 cosas que debes saber sobre el pecado original

Juan Carlos Rivera Zelaya

febrero 8, 2020

Seguramente debes recordar que una de las cosas que aprendiste en el catecismo sobre el bautismo es que borra todos los pecados, pero sobre todo el pecado original. ¿Pero qué es exactamente este pecado? Seguramente contestarás: el pecado de nuestros padres, Adán y Eva, cometido en el paraíso: ¿pero por qué lo cargamos? ¿Cómo se transmite ¿Es esto verdad? ¿Tienen razón algunos protestantes al afirmar que esto no existe, que es un invento de la Iglesia católica? Aquí te lo intentamos explicar.

1. El pecado original es un dato revelado

Sí tal como lo lees, no hay otra forma a parte de quizá reconcer una cierta inclinación al pecado (naturaleza herida y producto es la concupiscencia y la mortalidad), por la que podamos darnos cuenta que este pecado existe. Es decir, conocemos que existe el pecado original porque en la Escritura se explica esta condición. Basta leer los relatos ya conocidos del pecado de Adán y Eva en Gn 3 o el capítulo 5 de la carta a los Romanos para darnos cuenta de ello: «Por tanto, como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron».

2. Todos pecaron: ¿pero un niño recién nacido no ha pecado?

Sí, todos pecaron. Esta es la condición con la que nacimos todos los humanos, los descendientes de Adán. «Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús» (Rm 3,23). Esto lo enseña el apóstol: «En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por un solo, por Jesucristo!» Rm 5,17. La enseñanza del pecado original muestra que aún aquel que no haya cometido ningún solo pecado, necesita la gracia redentora de Cristo: todos necesitamos de él.

3. ¿Es igual el pecado original que los otros pecados cometidos?

¡No! El pecado original es una condición no es un acto. El llamado pecado original es un nombre que le aplicamos a una condición; por eso dice el Catecismo: «el pecado original es llamado pecado de manera análoga: es un pecado contraído, no cometido, un estado y no un acto» (404). No es un pecado del que tengamos responsabilidad directa, lo compartimos todos los seres humanos por pertenecer al linaje de la familia de Adán, por ser hombres y mujeres. Pertenece a nuestra condición humana y para poder acceder a la salvación debemos ser bañados en las aguas del bautismo, el cual borra este y todos los pecados cometidos.

4. ¿Cómo se transmite?

No lo sabemos: es un misterio. Lo que sabemos es que está ahí. Lo dice el mismo Catecismo: «la transmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente» (404). Algunos teólogos como san Agustín han querido explicar que el pecado se ha transmitido por herencia genética o por estar directamente en el alma; pero, ambas explicaciones son insuficientes. En este terreno la Iglesia no se ha manifestado y es algo todavía por analizar y profundizar. Lo que sí es incorrecto es pensar que se ha transmitido como por un mal ejemplo, tal como lo pensaban los pelagianistas (herejía del siglo IV); o pensar que los seres humanos somos malos esencialmente (como lo dicen los luteranos y en general todos los protestantes).

5. ¿Qué consecuencias tuvo el pecado original?

En principio perdimos un regalo: la de ser amigos de Dios (estar en su gracia): por eso el Génesis narra cómo fuimos expulsados del paraíso. Sí ahí también fue nuestra naturaleza. Los teólogos y el magisterio dicen que antes del pecado original, nosotros éramos inmortales, no teníamos sufrimiento ni ignorancia. Sobre todo, no estábamos tentados a cometer el mal o concupiscencia (cf. Rm 7, 29ss.) y estábamos en una buena relación con Dios. Pero la buena noticia es que Dios con su gracia, vino a rescatarnos del imperio del pecado y de la muerte y con el pago en Jesucristo aquellos que creemos en el tenemos vida nueva.

Si te quedan dudas puedes escribirme, o dejar tu comentario y con gusto podemos hacer otra parte de este tema o escribir otra entrada. Recuerda compartir en tus redes o por e-mail con aquél que creas que le pueda ayudar esta reflexión. ¡Cree y tendrás vida eterna!

Juan Carlos Rivera Zelaya

Juan Carlos Rivera Zelaya

Sacerdote de la Diócesis de Jinotega – Nicaragua. Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad de Navarra – España. Fundador del blog Paideia Católica sobre formación católica

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12 Comentarios

  1. Unknown

    Hola padre. Saludes

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  2. Unknown

    Hola padre. Si Adán y Eva no existieron. ¿Cómo se explica el pecado original?

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  3. Juan Carlos Rivera Zelaya

    Muy buena pregunta. Ningún buen biblista ni teólogo va a afirmar tajantemente que no existieron. Lo que dicen es que son personajes de una historia (de una narración) que intenta explicar quién nos creó y lo que sucedió con nuestra relación con Dios. Cuando se habla del pecado de Adán debemos entender la transgresión ocurrida en los orígenes por la que perdimos las gracias preternaturales (inmortalidad, por ejemplo). Es decir, lo importante del relato es que nos invita a la reflexión. Ese pasaje no es histórico es teológico.

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  4. Unknown

    Muchas gracias padre

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  5. Blanca Villagra

    Gracias Padre Juan por su tiempo y sus enseñanzas, que podemos responder cuando los protestantes dicen que ellos se bautizan grandes, porque Jesús lo hizo de adulto y no de bebé?

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  6. Unknown

    Buenos días Padre, como esta? Una persona me comentó que si los hermanos separados bautizaban a sus hijos con fe que ese bautismo sería válido, porque Dios es misericordioso y el lo tomaría como bueno, aunque no fuese bautismo por la iglesia Católica, yo le respondí que el que no renace del agua y del espíritu, no entrara en el reino de los cielos. Necesito que me ayude para así poder ayudar a mi hermano confundido. Dios le bendiga.

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  7. Juan Carlos Rivera Zelaya

    Responderé a esta pregunta haciendo un post próximamente. Se titulará: "Se salvarán aquellos que no están en la Iglesia".

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