Recientemente una catequista me recordó esta pregunta, que muchos católicos se hacen en nuestros días. Quizás esto se deba a que en muchas redes sociales circula una imagen en la que se prohíbe radicalmente levantar las manos durante la recitación del Padre Nuestro en la misa, aduciendo que esto es propio del sacerdote. Y, parcialmente tienen razón. En este artículo vamos a analizar qué es lo que debería hacer un católico en este momento especial de la misa, el momento de rezar con la Oración que el Señor nos enseñó.

Las posturas de los fieles laicos en la misa: Tanto el derecho litúrgico como los manuales de liturgia, los rituales y las rúbricas, e incluso los manuales de piedad no hablan mucho de los gestos de los laicos durante la Eucaristía. Se centran más en los gestos del sacerdote, y después de la reforma del Misal con san Pablo VI, aún menos. Lo que podemos encontrar son gestos como sentarse, arrodillarse, estar de pie: no se habla de más. Se habla del canto, de la señal de la cruz, incluso del malentendido de la danza, de cómo participar activamente: pero muy poco de otros gestos como el de levantar las manos. En esto recomiendo la lectura del Espíritu de la liturgia del papa Benedicto XVI, parte IV capítulo II.

El gesto de elevar las manos: este gesto como dice Benedicto XVI, en la liturgia cristiana tiene relación con el crucificado, tiene una forma radical de adoración la unidad de la voluntad humana con la del Padre. Así como Cristo ofreció su cuerpo y su sangre elevando sus manos en la cruz, nuestra oración expresa corporalmente visible la ley interna de nuestra plegaria. Este gesto el cristiano se entrega completamente a Dios, se abre a su gracia y también a los demás. Lo dice J. Aldazábal también en su Vocabulario básico de liturgia al explicar que pueden ser muy significativas las manos elevadas al cielo con las palmas abiertas en señal de oración.

Este gesto se indica durante la misa al presidente de la celebración: como se hace en la oración colecta, durante toda la plegaria eucarística, la oración sobre las ofrendas y la oración postcomunión; este gesto es mandado por las rúbricas del misal al sacerdote. La rúbrica que se lee antes de la plegaria del Padre Nuestro es la siguiente: «Extiende las manos [refiriéndose al sacerdote], y junto con el pueblo, dice:» Para quien es muy estricto, se entiende en la oración que el sujeto del verbo extender es únicamente el presidente de la celebración y el sujeto del verbo decir es el mismo sacerdote y el pueblo. Aquí queda claro que ni el sacerdote, ni la liturgia misma, invita al pueblo a orar con las manos extendidas. ¿Por qué al sacerdote? Porque aunque toda la asamblea reunida significa al Cristo Total, el presidente de la celebración es signo del Cristo Cabeza que murió por nosotros en la cruz.

¿Entonces está mal elevar las manos? La instrucción General del Misal Romano nunca habla de que, durante la misa, los fieles eleven las manos. Pueden verlo en los números 42-44 de este documento disponible aquí. Pero tampoco lo prohíbe, y asegura que las Conferencias Episcopales pueden «adaptar los gestos y las posturas descritos en el Ordinario de la Misa a la índole y a las tradiciones razonables de los pueblos, según la norma del derecho». Aunque de manera oficial no haya ninguna adaptación como tal, en Nicaragua es una norma de hecho, que durante el Padre Nuestro los que no presiden tienen que levantar las manos. Los obispos nunca lo han prohibido y en la catequesis algunos párrocos lo enseñan.

¿Entonces qué hacemos? Yo suelo contestar que si quiere levantarlas lo haga; pero preferentemente no ponga los brazos extendidos, sino solo las manos. Si prefiere poner las manos juntas, sería lo ideal (pues esta se supone es la posición de las manos ideal para los fieles, según la tradición). Por lo demás no obligue a los demás a cerrar o abrir las manos: tenga en cuenta que no es una norma, sino una costumbre. Claro está fuera de la misa, se puede rezar perfectamente con las manos separadas ¡Cree y tendrás vida eterna!