¡No! Esa es la respuesta que como católicos debemos dar ante las cuestionantes de los hermanos protestantes. Ellos creen que las procesiones (no solo de la Virgen) son cultos idolátricos y expresiones de una fe que no está centrada en la adoración a un solo Dios en tres personas divinas y por tanto trasgredimos el mandato divino de Ex 20. Aquí te doy 3 razones (hay más) por las que no lo hacemos:
1. Latría y dulía
Muchos de los que están leyendo esto quizás sepan la diferencia entre el culto de latría (adoración) y el de dulía (respeto). El primero se brinda solo a Dios y los católicos lo reservamos únicamente a Dios especialmente en la expresión visible de la Eucaristía, en el pan consagrado, en el que Jesús quiso quedarse por amor a nosotros. El segundo es una veneración o respeto que no solo se brinda a las imágenes sagradas sino a otros símbolos como el de la bandera en una nación o ante una persona importante o distinguida, tal como una madre. El respeto y la veneración no son contradictorias con la adoración. Cuando uno respeta o venera algo simplemente reconoce en esa persona o entidad una cualidad superior pero no entrega su vida y confianza en ello. De hecho, el cuarto mandamiento de la ley de Dios invita a honrar a padre y a madre: ¡ahí entra la dulía!
Ciertamente hay algunos católicos que exageran en sus expresiones de fe y de amor hacia la Virgen: incluso le piden que haga milagros o que “bendiga con su poder” sus vidas u hogares.Eso está mal y es una desviación que debe ser corregida con caridad y fundamentación bíblica y teológica; pero que nunca ha sido enseñado y explicado por la Iglesia católica.
2. Las imágenes nunca han estado prohibidas en el AT
Lo que sí está prohibido son los ídolos. El Señor en ese mandato del libro del Éxodo prohíbe aquellos objetos que puedan desviar la adoración a Él, como los ídolos que eran imágenes. Repito: puesto que los ídolos eran imágenes por esa razón se prohibieron y no al revés. ¿Por qué el Señor sí manda entonces a hacer una serpiente y un querubín en el mismo libro del Éxodo (26,1)? El problema no es la imagen, el problema es el ídolo. De hecho, nosotros fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26) y el mismo Cristo es imagen del Padre (cf. Col 1, 15 ss.). Claro está aparte, que nunca se manda a deshonrar y no respetar a las personas (y menos a una madre) como la Santísima Virgen María.
Con respecto a esto, podemos decir que hoy hay muchos ídolos que nos mantienen esclavizados y sobre los cuales sí debemos prestar atención: la drogadicción en general, el erotismo y hedonismo, las ansias del poder y en muchos casos (inclusive en personas religiosas) el dinero. Hoy más que nunca los becerros de oro son los dólares que tengo en el banco o en la cartera, con los que tengo seguridad y confianza y no necesito a Dios.
3. La Virgen María me lleva a Jesús
La Virgen María siempre, siempre, siempre me dice: «Hagan lo que Él les diga» (cf. Jn 2, 1-12). Nunca la Virgen me va a conducir a adorar o confiar en otra persona que no sea Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es una locura pensar que la Virgen quiera que la adoremos a Ella. ¡No! En ningún momento y en ninguna circunstancia pensemos eso. Podemos pedir su intercesión (hablaremos del tema en otro momento), pero nuestra oración siempre está dirigida al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. Nuestro culto no endiosa a la Virgen; simplemente reconoce su grandeza y su bienaventuranza, siguiendo a aquel que lo había reconocido primero: “Alégrate María, llena eres de gracia, el Señor está contigo” (cf. Lc 1, 26 – 38); “bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús” (cf. Lc 1, 42); “bienaventurada me llamarán todas las generaciones” (Lc 1,48), entre otros muchos ejemplos.
Así que hermano católico que estás dudando, hermano protestante que no entiendes, y hermano católico que estás seguro, pero quieres responder; te invito a que estudies más la sana doctrina católica y verás que hay coherencia entre la Tradición, las Sagradas Escrituras y la fe que profesamos. No hay que tenerle miedo al amor grande y misericordioso del Señor que nos regala a una Madre. ¡Cree y tendrás vida eterna!
Adoramos solamente a Dios. Veneramos las imágenes de los Santos.
María es mi madre, la Imagen no.
Excelente explicación.
Espero el próximo tema. Muchas gracias por compartir Padre Juan Carlos.
Saludos y que el Señor le regale mucha sabiduría.
Muy interesante Padre, de esta manera vamos a aprender mucho! Bendiciones!