¿Qué hacemos los cristianos contra el cambio climático?

Juan Carlos Rivera Zelaya

mayo 24, 2020

¿Cinco años después que fue publicada Laudato Si` qué ha pasado con el mundo, pero sobre todo con nuestra conciencia, educación y conducta ante el problema de la destrucción constante del medio ambiente? Ciertamente en este espacio no podemos concluir qué ha pasado con el mundo en este tiempo (aunque está a la vista), pero sí podemos preguntarnos qué hemos cambiado nosotros – cristianos – en nuestro día a día, para ayudar en el cuidado de la casa común.

Laudato Si´ (en italiano, traducido al español Alabado seas) son las primeras palabras del cántico de las creaturas de san Francisco de Asís y también las primeras palabras de esta encíclica. Desde que llegó a su pontificado, el papa Francisco – inspirado por el santo del s. XIII – sorprendió al mundo por su extraordinaria forma de ser y de conducir a la Iglesia. En la historia de la Iglesia siempre ha habido una sensibilidad por la creación y por lo que implica su cuidado. Entonces, ¿qué hace especial a esta encíclica? ¿Y por qué es necesaria esta encíclica para este tiempo?

1. Valor de la encíclica

Esta encíclica firmada el 24 de mayo de 2015, domingo de Pentecostés de ese año, fue la primera carta encíclica de del pontificado de Francisco, salida completamente de su interés libre y acorde al proyecto pastoral marcado desde la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. La carta fue publicada justo antes del Sínodo de la Familia y estuvo marcada por una recepción agridulce en todo el mundo. Algunos veían con ánimo la encíclica y otros con gran cierto rechazo e incluso desprecio. Sobre todo, el rechazo fue manifiesto porque el papa puso el tema de la ecología en clave antropocéntrica.

La encíclica forma parte del corpus de la Doctrina Social de la Iglesia y está desarrollada – como se puede comprender al leerla – en continuidad con el magisterio pontificio anterior y con el magisterio ordinario de los Obispos. Además, comparte la doctrina de la Iglesia sobre la cuestión ecológica y se enmarca completamente en la doctrina teológica de la Iglesia sobre la creación y una “espiritualidad ecológica” (cf. capítulo II y IV). Recoge, también, la sabiduría compartida de otras ciencias: entre ellas la filosofía, la economía, la política y la biología; y se auto incluye como promotora y miembro del gran movimiento ecológico. Asimismo, la encíclica tiene un espíritu ecuménico y de diálogo interreligioso muy patente.

2. Algunas pautas para leerla

La encíclica parte de la realidad – siguiendo el sencillo método del ver, juzgar y actuar – para ofrecer claves de discernimiento cristiano y a la vez propuestas concretas ante el problema ecológico. Quien lee Laudato Si´ se encontrará con un proyecto y una llamada de Dios para contribuir a que las riquezas de Dios que se nos han dado a todos, sean destinadas para todos. Además, está marcada por una denuncia ante la injusticia social que se hace patente sobre todo como con los más pobres, haciendo hincapié que quienes sufren más las consecuencias de la crisis ecológica son ellos.

Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo. Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales (LS 25).

El papa Francisco repite constantemente en la encíclica que todo está conectado. Sin embargo, Francisco no entiende esta conexión en clave panteísta o biocéntrica en la que se pretende divinizar la creación y que es el motor de la lucha ecológica. El Papa en cambio, parte del “evangelio de la creación” para asegurar que el cuidado de la casa común parte de la responsabilidad que se le ha dado al hombre, al ser creado él y los otros seres por el mismo Padre.

Esto provoca la convicción de que, siendo creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde. (LS 89)

3. El problema principal: tecnocentrismo

Sobre todo, la encíclica se centra en una discusión con el antropocentrismo tecnocéntrico. Según él esta realidad de los dos últimos siglos «nos lleva a una constante esquizofrenia, que va de la exaltación tecnocrática que no reconoce a los demás seres un valor propio, hasta la reacción de negar todo valor peculiar al ser humano» (LS 119). El consumismo, la cultura del descarte y la destrucción de los ecosistemas ecológicos (en los que están también los seres humanos), son consecuencia de este tecnocentrismo. En los dos últimos siglos – según lo explicado por el Papa – el ser humano ha visto en la técnica cómo el hombre suplanta a Dios y por eso se destruye la naturaleza.

Cuando se suplanta a Dios por el hombre y la naturaleza por la técnica, ya no interesa tanto lo que a los otros seres le suceda; sino que lo principal es satisfacer necesidades individuales y consumir. En este contexto el Papa también asegura que la crisis ambiental revela que, en realidad, hay dos crisis “una social y otra ambiental” (cf. LS 139). Y esto también llama la atención al movimiento ecológico, porque una ecología sin una adecuada antropología que excluya el cuidado de la vida del hombre, lleva incluso a propuestas como el aborto (cf. LS 120) y que las injusticias sociales: como la falta de agua potable en lugares remotos o la tala de bosques no importen realmente a quien vive bien (cf. LS 164)

4. Conversión ecológica

Aunque la encíclica es una llamada urgente a toda la humanidad para trabajar en favor del bien común en el cuidado de la casa común; el papa Francisco hace un llamado aún más comprometedor a todos los cristianos. ¿Somos los cristianos de hoy conscientes que con nuestro comportamiento y actitudes podemos cometer un pecado contra la creación (cf. LS 8)? Porque como lo explica el papa en el capítulo II, todo está conectado y al destruir el ambiente rompemos las relaciones que tenemos con la naturaleza, con los demás hombres y con Dios (cf. LS 66).

¿Qué estamos haciendo los cristianos? ¿Nos estamos dejando llevar por una cultura del descarte que invita a poseer más, a usar y desechar, a tirar y derrochar? ¿Nos estamos olvidando de los más pobres y necesitados, que cuando hay calor no tienen acceso al agua potable o a nuestro aire acondicionado? ¿Qué hacemos comprando el último celular de moda, mientras hay vecinos de nuestra parroquia que están pasando hambre?

El Papa llama nuestra atención y nos invita a una auténtica conversión ecológica. Esto no es un invento sencillo o dos palabras nuevas que se han juntado para crear una nueva moda ecológica. El papa está consciente de que hay cristianos que no creen en el problema ecológico (cf. LS 217). Como está muy bien explicitado en el capítulo VI, esta invitación del Papa procede de la espiritualidad cristiana de recibir todo como don de Dios y del compromiso cristiano de la vida austera y sencilla. El papa invita en varias ocasiones a vencer el consumismo con nuevos hábitos, a través de una educación ecológica que se predique y se practique.

5. Conclusión

Después de 5 años de Laudato Si´, ¿qué ha cambiado sobre todo en mis comportamientos consumistas y egoístas? ¿He dado testimonio del evangelio de la creación con los más necesitados? ¿He sido promotor de una cultura del desapego y de la sencillez? Sobre todo, ¿mi encuentro con Jesucristo me ha transformado en un auténtico hijo de Dios capaz de contemplar, cuidar y proteger la creación de Dios a través acciones concretas? Vale la pena reflexionar estas preguntas.

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Juan Carlos Rivera Zelaya

Juan Carlos Rivera Zelaya

Sacerdote de la Diócesis de Jinotega – Nicaragua. Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad de Navarra – España. Fundador del blog Paideia Católica sobre formación católica

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