El Escapulario no es un amuleto

Juan Carlos Rivera Zelaya

julio 16, 2020

Celebramos hoy la memoria de Nuestra Señora del Monte Carmelo o Nuestra Señora del Carmen. Esta es una advocación mariana muy querida por todo el pueblo cristiano y cuyo escapulario – gracias a la labor de los padres Carmelitas – se ha vuelto un instrumento de evangelización de muchas personas. Sin embargo, hoy es muy común que entre algunos cristianos muy pocos formados, se entienda el uso del escapulario como un simple amuleto mágico o como “protección de males”.

La promesa del Escapulario

El culto a la Santísima Virgen María se remonta – como se sabe – desde los orígenes de la cristiandad. El amor de los cristianos hacia la Madre de Dios, llevó a que gracias al sensus fidei se proclamara en Calcedonia el dogma de la Maternidad divina de María en el s. V. Mientras tanto, algunos cristianos buscaban maneras de vivir en comunidad el evangelio de Cristo. Así nacieron los hermanos de la Orden del Monte Carmelo, que comenzaron a vivir en el mismo monte donde Dios habló a Elías

San Simón Stock, un inglés que viajó a Palestina, perteneció e incluso fue General de la Orden de los Carmelitas. Según su testimonio, vio a la Santísima Virgen María el 15 de julio de 1251. El santo asegura que la Virgen María le entregó el Santo Escapulario como prenda de su amor y como protección para la Orden del Carmelo. La narración más antigua procede del Santoral y es corroborada por la crónica de Guillermo de Sanvinco:

«San Simón… suplicaba constantemente a la gloriosísima Madre de Dios que diera alguna muestra de su protección a la Orden de los carmelitas, pues goza en grado singular del título de la misma Virgen, diciendo con toda devoción: Flor del Carmelo, vid florida, esplendor del cielo, Virgen fecunda y singular; oh, Madre dulce, de varón no conocida, a los carmelitas da privilegios, estrella del mar. Se le apareció la bienaventurada Virgen, acompañada de una multitud de ángeles, llevando en sus benditas manos el escapulario de la Orden y diciendo estas palabras: “Este será el privilegio para ti y para todos los carmelitas, que quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará»[1].

El privilegio sabatino

Junto a la promesa que se ha transmitido del Escapulario del Carmen, también se nos transmitido por la predicación de los padres carmelitas y los cofrades del Carmen, la promesa de que el sábado próximo a la muerte del fiel que porte el Escapulario será salvado del Purgatorio. Como ha quedado históricamente comprobado, dicha promesa pertenece a una revelación privada con muy poca fidelidad histórica.

Los papas han permitido la predicación de esta tradición, aunque fue ampliamente cuestionada en su momento. Sin embargo, con el paso del tiempo y viendo los frutos espirituales que dejaba el Escapulario y la predicación del mismo, se ha promovido incluso el portar el Escapulario y la predicación de esta promesa con la concesión de indulgencias plenarias que concedían algunos Pontífices.

Respecto a esto, el venerable Pío XII expresaba: «Ciertamente, la piadosa Madre no dejará de hacer que los hijos que expían en el Purgatorio sus culpas, alcancen lo antes posible la patria celestial por su intersección, según el llamado privilegio sabatino, que la tradición nos ha trasmitido»[2].

Es un sacramental

La Iglesia Católica explica que el escapulario es un sacramental. Según el Catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 1667, los sacramentales «son signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida».

No entendamos entonces a los sacramentales como elementos mágicos o poderosos con los que el hombre manipula a Dios. Como dice claramente el Catecismo: «Los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia preparan a recibirla y disponen a cooperar con a ella» (1670). Lo que hace el Escapulario es disponer a recibir la gracia de los sacramentos y no los sustituye.

Un hábito

El Escapulario es un signo como lo es el hábito de los religiosos. Los laicos no pueden portar el hábito, pero se pueden asociar a las comunidades religiosas a través de los escapularios. Por tal razón, el escapulario Carmelita es el signo externo por el cual un fiel se asocia a la Orden del Carmen y a la protección amorosa de la Santísima Virgen María. Dice San Alfonso de Ligorio:

«Así como los hombres se enorgullecen de que otros usen su uniforme, así Nuestra Señora Madre María está satisfecha cuando sus servidores usan su escapulario como prueba de que se han dedicado a su servicio, y son miembros de la familia de la Madre de Dios.»

No es tan fácil

Debemos entender que el escapulario es un objeto que la Iglesia aprueba como signo que nos ayuda a vivir santamente y a aumentar nuestra devoción. El escapulario es, por lo tanto, un signo que nos recuerda constantemente que no debemos caer en pecado, ni siquiera en el pecado venial. El escapulario no nos comunica la gracia de los sacramentos, sino que nos dispone a recibirlos con mucha devoción. Por tal razón de nada sirve portar el escapulario, si no vivo la vida cristiana: si no voy a misa, si no me confieso, si no comulgo.

Tal como dice Pío XII en una de sus cartas más famosas a la Orden del Carmen: «Mas no piensen que los que visten están libres que podrán conseguir la salvación eterna abandonándose a la pereza y a la desidia espiritual ya que el Apóstol nos advierte: “Obrad vuestra salvación con temor y temblor” (Fil 2, 12)»[3]. De nada nos servirá el Escapulario si ni siquiera vamos a Misa. ¡Atención cristianos!

No es un amuleto

Llama la atención que el privilegio del que hablamos en el punto 2, implica un compromiso: “no comer carne ni miércoles, ni sábado, guarden castidad conforme su estado y recen el oficio divino”. Esto llama la atención, puesto que la Virgen no promete salvar a aquellos que porten el Escapulario, sino a aquellos que además de portarlo vivan una vida cristiana. El Escapulario no salva por sí solo, implica acción y compromiso.

Mucho menos, el Escapulario es una especie de escudo protector o amuleto que me va a proteger del mal. Recordemos ante todo que es un signo de que somos cristianos y que Nuestra vida está en manos de Dios y bajo el amparo de Nuestra Santísima Madre. Si llevamos una vida acorde a la voluntad de Dios, seguramente María Santísima nos ayudara a salir del Purgatorio y tendremos una santa muerte, pero si vivimos en el pecado, aunque portemos 1000 escapularios de oro y plata, no nos salvaremos.


[1] Xiberta, B., «San Simón Stock», recuperado el día 16 de julio de 2020, disponible en https://mercaba.org/SANTORAL/Vida/05/05-16_S_simon_stock.htm

[2] Pío XII, «Carta con motivo del VII Centenario del Escapulario del Carmen», recuperado el 16 de julio de 2020, disponible en http://www.revistadeespiritualidad.com/upload/pdf/1507articulo.pdf

[3] Pío XII, «Carta con motivo del VII Centenario del Escapulario del Carmen», recuperado el 16 de julio de 2020, disponible en http://www.revistadeespiritualidad.com/upload/pdf/1507articulo.pdf

Juan Carlos Rivera Zelaya

Juan Carlos Rivera Zelaya

Sacerdote de la Diócesis de Jinotega – Nicaragua. Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad de Navarra – España. Fundador del blog Paideia Católica sobre formación católica

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