¿POR QUÉ NO SE PUEDE RECIBIR UN SACRAMENTO DE FORMA VIRTUAL?

Paúl Fernando Tinoco Mejía

agosto 30, 2020

En tiempos de pandemia, la Iglesia Católica no ha sido indiferente y ha invitado a sus fieles a cuidar su salud y la de los demás. Para seguir acompañando en la fe, se ha recomendado utilizar los medios virtuales, para ver y/o escuchar misas y cualquier tipo de evento que fortalezca la vida espiritual.

Muchos se han preguntado ¿por qué no podré recibir un sacramento de forma virtual? ¿Hacer una confesión por video llamada? Alguien habrá llegado a pensar en un bautismo, boda en línea o cualquiera de los otros sacramentos. A continuación, no se mostrarán las leyes que rigen la Iglesia Católica para tal prohibición. Se ha querido hacer una reflexión desde la experiencia que viven los creyentes.

LA COMUNICACIÓN MEDIANTE SIGNOS

La existencia del hombre depende de la comunicación, para no quedarnos aislados, ni ignorantes ante lo que nos rodea. El ser humano no solo se comunica externamente, también somos seres espirituales. En la interioridad encontramos la manera para relacionarnos con Dios, quien ha querido manifestarse a los hombres.

Dios se comunica a través de signos, y lo ha hecho de modo definitivo, en la encarnación del Hijo. «Cristo. Él es el sacramento original y fontal; invisible y corporalmente en su humanidad histórica, nos ha hecho presente a Dios. “Cristo ‘es imagen de Dios invisible’ (Col 1,15). Como tal, es el sacramento primordial y radical del Padre: ‘El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14, 9)». (Documento de Puebla 921).

Cristo es signo de la presencia del Padre. La Iglesia, es signo de Cristo. Ella continúa hablando a cada hombre, a través de signos. De forma primordial en los siete sacramentos; «que son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina». (CEC 1131) [1].

SIGNO Y SÍMBOLO

Signo es una «Realidad sensible que revela en sí misma una carencia y remite a otra realidad ausente o no presente de la misma manera»[2]. Nuestra liturgia en los sacramentos, está llena de signos que son simbólicos, es decir utiliza elementos sensibles, para indicarnos lo que realmente estamos viviendo.

Cristo y la Iglesia se han servido de (símbolos) elementos naturales (agua, aceite, pan, vino), para introducir a los hombres en el misterio de la salvación. Por ejemplo, el agua simboliza vida -quien no la toma, puede morir entre tres y cinco días- pero, también destrucción – pensemos en los desastres naturales provocados por lluvias-. Con este ejemplo podemos decir que, Cristo ha querido comunicar la nueva vida sobrenatural y destruir el pecado original en el bautismo.

Se puede llegar a pensar en lo simbólico, como meras especulaciones o proyecciones que realiza el ser humano como producto de sus fantasías. Pero, los signos litúrgicos, son signos humanos que nos permiten alcanzar una realidad misteriosa. Permiten el acceso al Dios revelado en Cristo. Un mundo absolutamente trascendente a nuestra capacidad humana, cognoscitiva y perceptiva[3].

«Los principales signos litúrgicos son: las personas: la asamblea, el presidente, los ministros y servidores; la Palabra: las lecturas, la homilía, la oración, el canto, las moniciones; las acciones: las actitudes, los gestos y movimientos; los lugares: los elementos, los objetos y las vestiduras»[4].

PARTICIPACIÓN PLENA, CONSCIENTE Y ACTIVA EN LOS SACRAMENTOS

«La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la Liturgia misma y a la cual tiene derecho y obligación». (SC 14). Estas tres características son fundamentales y recomendadas por la reforma litúrgica que hizo el Concilio Vaticano II.

Los párrocos son quienes deben vigilar para que, en la acción litúrgica, los fieles participen de manera fructífera, y no solo estar pendiente de observar las leyes relativas a la celebración válida y lícita. (Cf. SC 11). «Para promover la participación activa se fomentarán las aclamaciones del pueblo, las respuestas, la salmodia, las antífonas, los cantos y también las acciones o gestos y posturas corporales. Guárdese, además, a su debido tiempo, un silencio sagrado». (SC 30).

Por ejemplo, no se puede asistir a la Eucaristía como extraños y mudos espectadores, se deben comprender las acciones que se realizan (Cf. SC 48). Esto implica, tener en cuenta los espacios donde se celebran los sacramentos normalmente. Incluyendo el arte y la arquitectura, deben reflejar el modo de pensar de la iglesia que, a grandes rasgos, se ha dado a conocer en este texto.

LO VIRTUAL, NO SUPERA LO REAL

Los medios de comunicación son «maravillosos inventos de la técnica» (Inter Mirifica 1), Han ayudado a realizar «cambios revolucionarios en el comercio, la educación, la política, el periodismo, las relaciones entre las naciones y entre las culturas, cambios no sólo en el modo como la gente se comunica, sino también en el modo como comprende su vida»[5].

Para la iglesia ha resultado muy provechoso, permite que el mensaje del evangelio llegue a más personas. SS. Pablo VI afirmó que, la iglesia se sentiría culpable ante Dios si dejara de usar estos medios. El Papa Juan Pablo II los definió como areópagos de la edad moderna y afirmó, que se debe integrar el mensaje de Cristo, en esta nueva cultura[6].

Pero está claro, que lo virtual nunca podrá sustituir una experiencia real. Cristo instituyó los sacramentos, la fe es un encuentro con la persona de Cristo que, actúa en el ministro consagrado. Lo virtual nunca podrá superar la experiencia de quienes se bautizan, cuando el agua corre por sus cabezas; quienes comulgan sienten en su lengua y comen el cuerpo de Cristo.

Cuando los confirmados reciben la mano cálida del obispo al ungirlos en la frente. El sacerdote no logrará notar, los gestos corporales, cuyo porcentaje es mucho mayor al comunicar arrepentimiento, en relación con el tono de voz y las palabras, de quien se confiesa por video llamada o algo parecido. Corriendo el riesgo, incluso, de que el gran tesoro, de sigilo sacramental sea violado.

«La realidad virtual no sustituye la presencia real de Cristo en la Eucaristía, ni la realidad sacramental de los otros sacramentos, ni tampoco el culto compartido en una comunidad humana de carne y hueso. No existen los sacramentos en Internet; e incluso las experiencias religiosas posibles ahí por la gracia de Dios son insuficientes si están separadas de la interacción del mundo real con otras personas de fe»[7].

En conclusión, hay argumentos claros, para no permitir la recepción de los sacramentos de forma virtual. Se puede argumentar también, desde el punto de vista, de validez y licitud, materia y forma de los sacramentos, retomando el Código de Derecho Canónico. Pero se ha querido realizar una argumentación, desde la experiencia que viven los creyentes.

Dios que es Padre, nunca podrá estar molesto con sus fieles, ni dejará de proporcionarles las gracias necesarias para la salvación, por no rendirle el culto merecido en estos momentos, Él quiere que se cuiden así mismo y a los demás. Las recomendaciones que va dando, cada diócesis, para la reapertura de los templos, y la celebración de los sacramentos, deben ser bien recibidas por todos. La Iglesia, signo vivo del amor del Padre, quiere lo mejor para sus hijos.


[1] Cf. Aranda A; Cronin D; Leikan R; Paludo F; Pouilly A; Rosas G; Russo R; Sánchez V; Spera J, (20034), La Celebración Del Misterio Pascual, Manual De Liturgia I, Introducción A La Celebración Litúrgica, Bogotá: CELAM (Colección Autores Celam), p. 208-210.

[2] Sartore D; Triacca Achule M, Nuevo Diccionario de liturgia, Ediciones Paulinas, Madrid, 19872, p. 1910.

[3] Abad Ibáñez J., La Celebración Del Misterio Cristiano, EUNSA, Pamplona. 20002, p. 152-153

[4] Aranda A…, La Celebración Del Misterio Pascual…, p. 250.

[5] Pontificio Consejo Para Las Comunicaciones Sociales, La Iglesia e Internet, n.2 [en línea], Roma, 2002, Disponible en: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/pccs/documents/rc_pc_pccs_doc_20020228_church-internet_sp.html [Fecha de Consulta: 26 de agosto de 2020].

[6] Cf. Ibídem…, n.3

[7] Ibíd…, n.9

Paúl Fernando Tinoco Mejía

Paúl Fernando Tinoco Mejía

Presbítero de la Diócesis de Matagalpa-Nicaragua. Rector del Seminario Mayor San Luis Gonzaga de la Diócesis de Matagalpa.

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2 Comentarios

  1. David

    Salve María. Buenas noches. Padre, gracias por este artículo, me gustaría aprovechar para preguntar sobre el tema de sacramentales virtualmente. Algunos dicen que por ejemplo la imposición del escapulario, el exorcismo de la medalla de San Benito y los mismos sacramentales de agua, sal y aceite se puede virtualmente pero otros dicen que no…me gustaría Padre por favor aclarara esto.
    Gracias

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    • Juan Carlos Rivera Zelaya

      Buenas noches. Qué interesante pregunta. Los sacramentales no requieren lo que los teólogos y canonistas llaman “potestad de orden” para ser celebrados. Es decir, cualquier bautizado puede realizar una bendición por el simple hecho de ser parte del pueblo sacerdotal (Sacerdocio común). El agua, por ejemplo, puede ser bendecida por un bautizado y es tan bendita como la que bendice un sacerdote. ¿Por qué acudir a los sacerdotes? Bueno, porque los sacramentales no actúan “por su propia operación” como los sacramentos, sino que actúan de acuerdo a la fe del que lo celebra. En el caso del sacerdote, él actúa en nombre de una comunidad y la celebración del sacramental representa a toda una comunidad que está unida a él. Contestando a su pregunta, la celebración de un sacramental virtulamente sería válida en cuanto que depende de la fe del que quiere la bendición y no tanto de la fe del sacerdote que intuyo está al otro lado de una pantalla (que aunque no está físicamente sí lo está a través de la oración en Cristo). En resumen. No es necesario una bendición de agua (virtualmente por una necesidad) cuando eso lo puede hacer cualquier bautizado.

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