Que no te engañen: El Papa “no está a favor” la unión civil de homosexuales

Juan Carlos Rivera Zelaya

octubre 21, 2020

Recientemente algunos fieles me están preguntando sobre un titular que irresponsablemente tergiversa las palabras del papa Francisco, brindadas en una entrevista para un documental sobre su vida y ministerio como sucesor de san Pedro, que se estrenó el 21 de octubre en Italia y está programada a estrenarse el fin de semana en América del Norte. La película está dirigida por el ruso Evgeny Afineevsky

Según lo que he leído en las mismas notas que explican el titular, el papa Francisco hace referencia a una ley de convivencia civil y no a la aprobación del matrimonio civil de parejas del mismo sexo: son dos hechos distintos. Dice el texto de las nota literalmente: «“Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil. Tienen derecho a estar cubiertos legalmente”, dijo el Papa Francisco. “Yo defendí eso”.»

Yo defendí eso

¿Pero a qué se refiere con «yo defendí eso»? La nota de Aciprensa, a la cual tuve acceso, hace referencia a un episodio del pasado del papa Francisco, cuando era Arzobispo de Buenos Aires en 2010, mientras en Argentina se discutía la posibilidad de legalizar el «matrimonio homosexual»:

En 2010, cuando era Arzobispo de Buenos Aires (Argentina), el Papa Francisco se opuso a los esfuerzos de legalizar el mal llamado “matrimonio” homosexual. Mientras que Sergio Rubin, el futuro biógrafo del Papa, sugirió que Francisco apoyaba la idea de las uniones civiles como una forma de prevenir la abierta adopción por parte de matrimonios homosexuales en Argentina, Miguel Woites, director de la agencia católica de noticias argentina AICA, descartó esa afirmación en 2013, calificándola como falsa.

También algunos otros biógrafos como Austen Ivereigh, en la biografía El gran reformador, recogen que el papa Francisco defendía una postura en la que, a las uniones entre dos personas del mismo sexo, se les reconocieran ciertos derechos civiles que las protegieran:

Federico Wals, jefe de prensa de Bergoglio a partir de 2007, explicó a principios de abril de 2010 que la posición del cardenal era claramente a favor de la ley existente que defendía el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, y que el «matrimonio entre personas del mismo sexo» era una imposibilidad. Pero, según él, ello no impedía revisar y ampliar el concepto de uniones civiles, siempre y cuando el matrimonio quedara intacto.[1]

La propuesta del cardenal Bergoglio era reconocer que en una pareja de hecho se debían garantizar al menos unos ciertos derechos y deberes ante la sociedad. Una propuesta que fue presentada ante la Conferencia Episcopal y que no fue aprobada. Su proposición no fue bien recibida y la Conferencia Episcopal Argentina tomó la decisión de emitir un documento en el que rechazaba tajantemente el matrimonio civil homosexual. El resultado, sin embargo, fue la aprobación civil del mismo. Todo esto lo cuenta con detalle A. Ivereigh en el penúltimo capítulo de su libro.

El matrimonio es entre hombre y mujer

 En primer lugar, hay que dejar claro que el cardenal Bergoglio – y seguramente el papa Francisco ahora – nunca estuvo a favor del mal llamado matrimonio homosexual. Esto lo ha dejado claro en diversas entrevistas, e incluso en su postura ante la legalización de parejas de hecho de 2002, en la ciudad de Buenos Aires en la que incluía las parejas del mismo sexo, que fue tolerada por el cardenal pues no le era llamado matrimonio. Por lo tanto, es irresponsable decir que el Papa aprueba el matrimonio homosexual o que ha cambiado de postura. Esta irresponsabilidad surge del hecho de no conocer la historia personal y el pensamiento del papa.

Francisco es un hombre abierto, consciente de la realidad que lo rodea y de los tiempos en los que vivimos. Pero eso no lo hace alguien que desvincule sus creencias de la moral de la Iglesia, por acoplar esta nueva realidad a la ética cristiana. El papa Francisco tiene claro que el matrimonio es entre hombre y mujer y lo ha expresado tajantemente en Amoris Laetitia (la exhortación apostólica postsinodal sobre la familia):

En el curso del debate sobre la dignidad y la misión de la familia, los Padres sinodales han hecho notar que los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio, «no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia […] Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo» (AL 251)

Reitero que es irresponsable concebir que el Papa aprueba una unión civil como equiparable al matrimonio entre un hombre y una mujer. No ha habido cambio de opinión, ni se ha alterado la doctrina de la Iglesia. Ciertos medios, en su afán amarillista, sencillamente pierden seriedad al publicar algo que el Papa no ha dicho y que ha sido descontextualizado completamente.

¿Cuál es la propuesta del Papa?

Como hemos visto la pregunta no es cuál es su propuesta, sino cuál fue su propuesta. Porque cuando el papa en el documental dice «yo defendí eso», hace referencia seguramente al episodio de 2010. Siendo objetivos, es un hecho que existen personas que viven su vida como parejas y son del mismo sexo. Esas personas conviven bajo un mismo techo y necesitan ser «reconocidos» de alguna manera ante la ley, para poder regular su situación.

Imaginemos la situación posible de que por alguna razón esta pareja se separe y quieran llegar a una especie de «divorcio». ¿Cómo garantizar que se aplique justicia para ambas personas si no hay una legislación que permita administrarla en estos casos? Lo dice Ivereigh: el Papa lo veía como «un acuerdo puramente cívico y legal que no afectaba al matrimonio; garantizaba ciertos privilegios, pero no el derecho a la adopción ni a la herencia automática»[2].

En ningún caso el papa lo veía como una institución equiparable al matrimonio, sino como una especie de acuerdo de convivencia. Esto en nada altera la defensa del matrimonio tradicional, ni la moralidad cristiana; porque quiérase o no, estas personas siguen viviendo juntas. Un oponerse tajantemente – que ciertamente en eso el Papa es diferente a otros prelados y obispos – más bien alejaría la posibilidad de hacerles ver que están en el pecado, abriría las heridas de los homosexuales que se sienten excluidos por la Iglesia, y cerraría la oportunidad de una auténtica conversión.

En síntesis: no es que el Papa apruebe el matrimonio homosexual civilmente, ni las uniones como tal; simplemente es realista, y ve que dado que es un hecho que hay parejas del mismo sexo que conviven juntas, esto debería regularse. En ningún caso esta «unión civil» es un matrimonio, sino una especie de contrato de convivencia. Esta unión civil no tendría los mismos derechos que un matrimonio. A parte como buen cristiano, siguiendo el ejemplo de Jesús, sabe perfectamente que esas personas están en pecado mortal – y más aún si son cristianas – y nunca una situación de pecado podría ser bien vista por un Pontífice. Mucho menos, es verdadero decir, que el Papa alienta a que existan este tipo de contratos, ni que esté favor de ellas. Simplemente es realista.


[1] A. Ivereigh, El gran reformador, Morgan: Barcelona, 2015, 500

[2] A. Ivereigh, El gran reformador, Morgan: Barcelona, 499.

Juan Carlos Rivera Zelaya

Sacerdote de la Diócesis de Jinotega - Nicaragua. Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad de Navarra - España. Fundador del blog Paideia Católica sobre formación católica

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