¿Católico y feminista? 4 claves para discernir

Juan Carlos Rivera Zelaya

marzo 9, 2020

Esta pregunta me la han hecho en torno a las marchas del #8M y del paro del #9M en México. Lo interesante es que estas actividades han tenido tanto impacto en redes que, por lo menos en el mundo hispanoparlante y en Latinoamérica se ha vuelto tendencia. Miles de publicaciones inundan las redes sociales hablando del tema. Aquí me dirijo inclusivamente a los católicos practicantes que intentan comprender este fenómeno, y a aquellos que quieren entender nuestro punto de vista. Evidentemente por ser un tema amplio, daré algunas pautas que los católicos pueden discutir. La idea del artículo no es dogmático – teológico y representa mi punto de vista exclusivamente.

¿A qué me refiero con feministas?

Para determinar, me refiero aquí como feministas a los grupos, principalmente liderados por mujeres, que intentan promover la ideología (teoría la llaman) de género, promueven el aborto en todas sus etapas, “luchan” por erradicar el patriarcado cultural promoviendo el odio a los hombres, denuncian la violencia contra las mujeres siendo violentas y las defienden buscando la igualdad de derechos ante el estado. Las feministas radicales o de la tercera ola son una mezcla de la ideología marxista (que es difícil de resumir pero que recordarán por términos como: lucha de clases, capitalismo, proletariado y burguesía, etc.); con las ideologías queer (conjunto de teorías no científicas que intentan explicar que la identidad de género está asociada con la cultura y no con la biología). Por lo tanto, no entiendo aquí las luchas válidas que las feministas sufragistas (no las suffraggete) hicieron a principios del siglo XX, ni la lucha por erradicar la violencia y llamar la atención sobre el derecho a la vida.

Sobre la diferenciación de estos temas se pueden encontrar amplia y fundamentada literatura entre las publicaciones y conferencias de Agustín Laje, Nicolás Márquez y las mujeres Chinda Brandolino y Sara Winter. Dejo un video de Agustín Laje y otro de Sara Winter aquí que amplía esta información. Así como también recomiendo ampliamente la lectura del libro El libro negro de la nueva izquierda.

 

 

Aquí me limito a presentar algunas razones por las que creo yo que el movimiento feminista radical es incompatible con la fe católica.

1. Es un movimiento eminentemente ateo

Ya sea porque proviene del mundo de la ideología marxista (eminentemente atea) o de las ideologías queer (eminentemente ateas): el movimiento feminista no solo es promotor de un ateísmo exacerbado, sino que presenta un odio desmedido a lo religioso. Incluso llegan a identificar las creencias, los ritos y la fe personal como producto del patriarcado opresor. Se caracterizan por ser irrespetuosos de la fe cristiana, y llama la atención, sobre todo de la fe católica. Tienen un odio visceral en contra de la Iglesia católica que los ha llevado no solo publicar, sino también insultar, manchar templos, destruir lugares, e inclusive golpear personas (entre ellas mujeres).

Me llama la atención que su odio evidentemente es institucional, pues aunque la Iglesia no es la raíz de los problemas por los que ellas luchan, es la única institución que plantea otras soluciones: y no se intenta resolver el problema de la violencia a partir de la generación de más violencia (el aborto). La única institución firme que les planta cara, a parte de algunos pocos partidos políticos, es la Iglesia. Pero, además de ella, hay otras religiones institucionalizadas como el judaísmo (donde es también pecado el aborto) o el islam (donde la mujer es de alguna manera esclavizada) a los que no critican ni a los que combaten.

2. Ser feminista es ser abortista

Esto no tiene que ser así. Conozco muchas mujeres que no lo son: incluso llevan el famoso pañuelo morado característico de las feministas y se declaran provida. El movimiento es muy complejo y variopinto. Incluso hay algunas que se llaman Católicas por el derecho a decidir, creen en Dios pero quieren abortar. Sin embargo, quiérase o no, el movimiento proaborto se ha embanderado y confundido con el movimiento feminista. Lamentablemente en el ideario colectivo hoy es difícil encontrar que alguien piense que ser feminista implique estar a favor de la vida en todas sus etapas. Esto es un trabajo que queda pendiente para aquellas feministas que están a favor de la vida a que defiendan sus puntos de vista dentro del movimiento.

3. Son muy violentas e intransigentes

Lo mismo sucede con este punto. Aunque no todas son así, lo que el ideario colectivo nos está vendiendo es que las feministas son personas intransigentes con las que no se puede dialogar. Creen que los problemas sociales se resolverán y la paz mundial se alcanzará a partir de la aprobación del aborto en los países de occidente, la igualdad en el trabajo y dejar de asesinar a las mujeres (en resumen). Problemas más amplios que afectan a las mujeres, como el cáncer de mama, la pobreza y el hambre, o el acceso a la educación son secundarios e inclusive invisibles.

Al no ser atendidas e incluso entendidas, llevan sus protestas (algunas válidas) a la calle: en las que usando métodos machistas intentan “concientizar” y “deconstruir” a la sociedad. Lo que realmente logran es que algunos las aplaudan y muchos o se burlen de ellas o las desprecien. Sobre todo, creen que atacando iglesias, ¿los fieles que asisten a ellas van a cambiar de parecer con respecto a ustedes? Están enfocando mal, muy mal, su lucha. Su problema no es de objetivos (en algunos casos), es de métodos (en mucho de ellos).

4. Odian a los hombres

Lo de la lucha de clases entre el burgués opresor y el proletariado, entre el capitalismo (inclusive usan este término) y la clase obrera; está también presente en el feminismo. Sucede que ahora la lucha no es entre clases sociales o sistemas económicos, sino entre hombres (violadores) y las mujeres, entre el estado que defiende a los hombres y las pobres e indefensas mujeres víctimas de la violencia machista. Me pregunto ¿cuál violencia machista? Los hombres representan casi el 90% de los asesinatos en países violentos como México y no se dicen que los maten por ser hombres: los matan porque hay violencia.

Es cierto y muy lamentable que hayan casos de niñas violadas y jovencitas torturadas y asesinadas. Pero eso no es un problema solo de las mujeres: es un problema de todos. ¡Y no! No es culpa de los hombres, ni existe un patriarcado opresor que enseñe a los hombres a ser violentos. Esto no me cansaré de decirlo: lo que hay es gente buena contra gente mala. Yo no sé en qué momento de repente, a alguien se le ocurrió que la culpa de los males en Latinoamérica es de los hombres.

Concluyo. Ciertamente hay un problema serio de violencia y la Iglesia inclusive ha pecado con muchos casos de sacerdotes pedófilos. No intento tapar el sol con un dedo aquí, al decir que hemos sido perfectos. Quienes hayan cometido los crímenes deben pagar, pero no toda la Iglesia es culpable de eso, como no lo es un colegio por las acciones de un profesor. La Iglesia no es la enemiga de los feministas: la Iglesia está en contra de todo tipo de violencia y quiere ayudar a que se construya una sociedad más justa.

Pero los medios que el movimiento feminista radical está utilizando no son los mejores. Manchar una pared, destruir un monumento, gritarle a los hombres e insultarlo, asesinar a niños inocentes para cuidar a niñas inocentes; solo hará ruido, pero no dará soluciones. Mientras haya ruido y no acciones concretas que se conviertan en políticas públicas que contribuyan a un cuidado de la vida en todas sus etapas, ¿qué está logrando el feminismo? Nada. Propongo aquí que se establezca un movimiento en favor de las mujeres que realmente sea inclusivo y que vele por sus dolores y luchas.

Recuerden esto:

«Todo feminismo acaba siendo un machismo con falda».
Papa Francisco

Juan Carlos Rivera Zelaya

Juan Carlos Rivera Zelaya

Sacerdote de la Diócesis de Jinotega – Nicaragua. Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad de Navarra – España. Fundador del blog Paideia Católica sobre formación católica

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